Sus casas cuelgan de imponentes riscos, su historia
cuenta leyendas árabes y su situación hace de esta zona
de Castellón, una ruta interminable. Un viaje por el
Maestrazgo es disfrutar de un auténtico "revival" de
turismo rural en sinergia con el turismo de salud.
Descubrir la esencia del ecologismo sin renunciar a una
"remise en forme" en unas termas bañadas por el
Mediterráneo. Vivencias inolvidables descubriendo
pueblos medievales, manantiales y fuentes de agua
mineromedicinal con sabor milenario y arte rupestre
declarado Patrimonio de la Humanidad. Es gozar de la
Naturaleza a través de un sugestivo itinerario que nos
llevará de la sierra al mar.
Adentrarse en la comarca del Maestrazgo en la
provincia de Castellón que se
extiende hasta el mar, es siempre una aventura para el
viajero, y nosotros queremos vivir esa experiencia.
Estas tierras son únicas por todo lo que atesoran, sus
antiguas mansiones blasonadas, monumentos cargados de
historia, las obras de arte que conservan en sus museos
municipales y eclesiásticos, la buena mesa, manantiales
y un balneario de prestigio milenario y especialmente la
hidalguía de sus gentes que se manifiesta en su generosa
hospitalidad.
El Alto Maestrazgo, la
zona interior montañosa, es, por sus escasas vías de
acceso, poco conocida, aunque en los últimos años el
turismo rural ha despuntado con fuerza, frenando una
despoblación importante. Albocácer,
una villa de 1.374 habitantes, a 53 Km de Castellón, es
la primera población de nuestro itinerario. Situada
sobre un suave cerro a 550 m de altitud, se asienta
dulcemente en la falda de una colina rodeada de
almendros y olivos.
En la parte alta del núcleo urbano aparcamos el
"todoterreno" y caminamos hacia la Plaza Mayor presidida
por el Ayuntamiento y la Iglesia Parroquial. En la
disposición de su trazado se distingue la estructura
medieval. Su topografía es fácil, con calles anchas y
rectas que suben o desfilan paralelas a la plaza en
donde se alza un esbelto y bello campanario. Es rica en
historia. Su nombre corresponde al rey moro que
gobernaba la vieja alquería. Al pasear por sus calles
reencontramos esas esencias.
Sus gentes son sencillas y de carácter abierto,
amantes de sus tradiciones y culturas, prueba de ello
son las numerosas fiestas populares que se desarrollan a
lo largo del año. Un ciclo festivo que comienza en Enero
con la Festa de Sant Antoni, con la tradicional hoguera
monumental y la procesión, continua en primavera con la
romería a San Miquel, el segundo domingo de mayo y las
fiestas patronales de agosto en honor de la Virgen de la
Asunción.
La Villa estuvo dominada por los árabes durante
muchos años, y fue el rey Jaime I, en 1237, quien la
restituyó al dominio cristiano. En 1292 fue entregada a
los templarios, que dejaron aquí su impronta. Nos
adentramos por sus calles irregulares, repletas de
balcones con persianas de anea, hasta encontrar el
palacio construido por la familia Fuster en el s. XVIII.
Del castillo templario tan solo restan unas interesantes
ruinas con lienzos de muralla y alguna que otra torre.
A unos tres kilómetros del núcleo de población
encontramos el Ermitori Hospedería de Sant Pau ( s.
XV-XVIII) Aquí hacemos un alto para contemplar este
conjunto de edificios compuesto por un cuerpo central
formado por la Iglesia y la casa hospedería y Declarado
Monumento Histórico Artístico Nacional. También nos
maravilla observar una gigantesca hiedra en el arco de
acceso a la plaza del Ermitorio y que constituye un
monumento natural único en la provincia de Castellón.
Vamos ligeros de equipaje ya que nos esperan varios
amigos ruteros en diversos puntos de acampada. Este
itinerario está diseñado para darnos un baño de cultura
y otro a orillas del Mediterráneo, donde la brisa huele
a mar. Aunque para llegar a ese descanso marino, antes
descubriremos el encanto rural que tienen los pueblos de
montaña, saboreando el placer de vivir en un medio
ambiente donde el tiempo es cómplice de una vida sin
agobios, caminando sin correr, con ritmo pero sin
acelerar.
Albocácer fue elevada a categoría de Villa durante el
dominio de Artal de Alagón ( 1275-1293) pero sin duda su
principal referente histórico se halla en el Barranco de
la Valltorta. Y hacia allí nos dirigimos circulando por
una carretera tortuosa donde se localiza un
impresionante yacimiento de pinturas rupestres. En
tiempos de la prehistoria estuvo ocupado por abundantes
bosques y numerosos cursos de agua, que abrieron caminos
naturales por barrancos en la actualidad secos.
Según nos aproximamos al Museo, evocamos el recuerdo
de Alberto Roda, vecino de la zona y quien descubrió en
el año 1917 este conjunto artístico único en el mundo,
toda una fortaleza cultural prehistórica que se esconde
en los abrigos del Barranco. Localizados a una
considerable altura en las paredes de un valle,
realmente su ubicación resulta inverosímil, y nos
preguntamos cómo accedían sus moradores a estas
viviendas prehistóricas. Tal vez, la respuesta la
encontremos en las modificaciones geológicas de este
territorio y también a razones de tipo defensivo.
Mientras el arte paleolítico representa casi
exclusivamente animales aislados - y pocas veces
escenas- el arte levantino compone sus escenas de caza y
de animales, de arqueros y figuras femeninas que
impactan por su sentido de movilidad y su impresionismo.
Además, en Valltorta aparece el hombre como tema
frecuente y de importancia central. En la cueva de los
caballos puede verse perfectamente. Pese los muchos
estudios realizados por los principales especialistas,
no se ha podido establecer de una manera segura la
cronología del arte.
Compartimos los restos de una cultura milenaria con
personas de diversas nacionalidades que coinciden
visitando este santuario rupestre. Somos miradas
curiosas ante una iconografía que habla ya de una
ordenación preconcebida de especies y signos proyectados
sobre muros que resisten el paso de los siglos.
Alrededor de 900 figuras distribuidas en 21 abrigos
rocosos y cuevas, situadas a lo largo de los 7 Km del
tortuoso valle, ubicado en la población de Tírig.
En las inmediaciones del Barranco se encuentra el
Museo de la Valltorta, donde se pretende reconstruir el
apasionante pasado prehistórico de las tierras del Alto
Maestrazgo. Curiosamente, mientras en el exterior
retrocedes a la prehistoria en el interior de este
edificio de diseño futurista, se exhibe una maqueta
interactiva que permite localizar los puntos de interés
de los diversos yacimientos arqueológicos, las masías,
las zonas rurales y otros detalles de la zona.
Lo más llamativo del Museo es una reproducción a
tamaño natural de la Cova dels Cavalls, descubierta en
1917 y declarada Monumento Histórico Artístico en 1924.
En la escena, un grupo de arqueros dispara sus flechas
contra una manada de ciervos, integrada por un ejemplar
adulto, otro joven, cinco ciervas y dos cervatillos. Las
pinturas de Valerosa, exponente más perfecto del Arte
Rupestre Levantando, fueron declaradas por la UNESCO
Patrimonio de la Humanidad.
UN PASEO POR LA HISTORIA
Proseguimos nuestro paseo por la historia y nos
dirigimos a Culla.
Las alturas del municipio oscilan en los 395 m y los
1.121 originando profundos barrancos, numerosas cuevas y
simas lo que proporciona un fuerte atractivo natural y
paisajístico a esa zona montañosa. Culla remonta sus
orígenes a épocas prehistóricas, aunque se desconoce sus
datos históricos hasta la Edad Media. Al parecer no fue
dominio romano sino musulmán pasando a manos cristianas
en 1233.
A lo lejos destaca por el imponente frontispicio de
la muralla. Salpicado de casas de labranza, este pueblo,
a la derecha del río Seco, está dominado por los restos
de un castillo. Como otras localidades de esta comarca
de Castellón, después de ser reconquistada en el año
1294, pasaron a manos de los templarios.
En Culla nos reunimos con nuestros amigos de ruta,
jóvenes de la zona y los mejores guías para darnos ese
prometido baño de esencias ecológicas, en el municipio
que rinde homenaje a "La Carrasca". Precisamente en los
alrededores del río Montlleó, al lado de la fuente del
Molinar con abundante agua fresca, contemplamos la
famosa "Carrasca de Culla", declarado árbol monumental
de la Comunidad Valenciana con 20 m, de altura y unos 7
metros de circunferencia en el tronco, 35 metros de
diámetro en las ramas y un peso estimado de 75
toneladas.
Son numerosos los paisajes que podemos disfrutar a lo
largo de las 9 partidas en las que se divide el extenso
término municipal con barrancos, vegetación mediterránea
en parte arrasada por los incendios, gran cantidad de
fuentes, cuevas y buena señalización para los
senderistas. Sus casas de labranza en plena montaña nos
hacen sentir fuera del tiempo real, incluso el reloj de
sol de la plaza del pueblo parece que se ha detenido
para que, sin prisa, degustemos un "Tombet amb caragols
blancs" un delicioso plato autóctono al que nos invitan
unos paisanos como gesto de hospitalidad.
Acampamos en la "Cullola" una zona municipal a 2 Km
de Culla. Mañana partiremos hacia Benasal y subiremos a
Penyagolosa, un pico de 1. 814 metros sobre el nivel del
mar. Anochece. El frío se deja notar. En un improvisado
"fuego de albergue" nos cuentan historias realmente
curiosas de la vida de estas gentes en la comarca del
Alto Maestrazgo, pueblos que guardan celosamente su
historia en Archivos Históricos Municipales y
Parroquiales, documentos de incalculable valor
documental como la "Venta de los Hebatges" de Culla y
otros muchos pergaminos que están todavía por estudiar.
FONT-D´EN SEGURES Y EL BALNEARIO
Con el alba levantamos el campamento. El desayuno es
fuerte pues nos espera una jornada de largas caminatas.
El día despunta fresco y soleado. Partimos hacia Benassal.
Antiguamente, esta localidad fue famosa por sus fábricas
de tejidos, curtidos y por su castillo templario. Sin
embargo, hoy son los mimbres y principalmente las aguas
las que dan prestigio a la población. Es el centro
geográfico de la comarca del Alto Maestrazgo y cuenta
con dos núcleos urbanos diferenciados, la propia villa
de Benasal y el Balneario de la Font- d´en Segures.
Las características geológicas predominantes en su
término municipal dan el máximo protagonismo a la roca
caliza, en cuya disolución se forman numerosas cuevas y
fuentes, destacando entre las últimas la de "d´en
Segures" que gracias a sus propiedades minero
medicinales indicadas para las afecciones del riñón, ha
dado justa fama a su balneario, donde, durante los meses
de verano, disfruta de un excelente clima propiciado por
la altitud a la que se encuentra (1.000m)
Los orígenes de Benasal se remontan a la época
musulmana ( su nombre significa " el hijo del mielero")
Fue conquistada por Jaime I, quien la cede a D. Blasco
de Alagón, el cual otorga carta puebla el 3 de enero de
1.239, pasando después a formar parte de la "Setena" de
Culla, bajo dominio de la Orden de Montesa, quienes
rodearían la villa de murallas. Durante la Guerra Civil
se destruyó parte de su patrimonio.
Hacer un recorrido urbano por Benasal es un paseo por
la historia. Cabe destacar el conjunto de "La Mola" ( s.
XIII), núcleo primitivo de la población, donde se
encontraba el antiguo Ayuntamiento y todavía podemos ver
un lienzo de muralla y un portal de acceso al recinto
con un arco de tradición árabe ( Arc de la Mola). Esta
antigua casa capitular hoy es la sede del "Museu
Arqueològic de l´Alt Maestrat". Para los estudiosos,
decir que se expone elementos locales que abarcan desde
el Epipaleolítico (8.000 -5.000 A.C), hasta la época
Andalusí (s. IX-XIII). También junto a uno de los
accesos a este primitivo recinto encontramos el edificio
del "Forn de Dalt" (Horno de Arriba)
"La Mola" nos conduce al viejo casco urbano, que se
conoce como "Els Carrerons", nos perdemos por todo un
laberinto de estrechas callejuelas con algunas de las
más antiguas casas de la villa. Muy cerca está la
Iglesia de la Asunción, que fue dañada durante la Guerra
Civil pero aún conserva una hermosa portada barroca así
como una importante colección de orfebrería y el retablo
del altar y una "Última Cena que el escultor José
Gonzalbo realizó en hierro.
Benasal es hoy una tranquila una villa veraniega a la
que acuden visitantes para relajarse de la vorágine de
la ciudad y "tomar las aguas" en la Font d´en Segures,
cuyos manantiales y el Balneario han obrado el milagro
económico de esta zona de visita obligada.
El Ayuntamiento de Benasal comercializa la venta de
agua mineral de la Font d´en Segures desde 1918. Estas
aguas bicarbonatadas adquieren fama en el siglo XVIII.
Sobre todo después de curar las dolencias de riñón del
duque de Vendôme, quien abrió el camino que conduce al
salutífero caño situado en las afueras del pueblo. En
Font d´en Segures la vida gira en torno a sus
manantiales.Incluso la planta embotelladora está en
proceso de remodelaciòn para ampliar su cobertura
comercial como agua de mesa.
La visita a la Font d´en Segures, no solo es obligada
sino necesaria como bien saben nuestros jóvenes guías
que nos explican la evolución urbanista de esta villa
termal iniciada en la década de los 1980 y 1990. Según
cuenta el cronista oficial de Benasal, la calle
principal fue abierta en 1913 por iniciativa de los
vecinos de Benassal promotores del Balneario,
encabezados por el Dr. Enric Monferrer y por Baptista
Vives, para unir la carretera de Culla con el manantial.
Desde hace unos años está dedicada al célebre urólogo
Dr. Puigvert.
Caminamos por esta misma calle y encontramos a la
izquierda, una plaza donde se ubican las Capillas de San
Liborio y de Nuestra Señora de la Font d'en Segures. Es
una artística imitación románica, obra de Vicent Traver,
de 1953 y se bendijo en 1965. La calle se desvía a la
izquierda en la Placeta de Dalt, donde paran los
autobuses y se hallan las instalaciones de la planta
envasadora de agua. Desde las Serrades se puede ver la
alineación de la replaza con las dos calles palalelas
del balneario. Y por la izquierda asciende una suave
pendiente hasta la plaza del manantial. A la derecha,
bajo la amplia terraza del hotel, se alinean locales
comerciales ( casetas para la venta de la prensa,
carnicería, herboristería, dulces, recuerdos, etc.)
Al final de la subida queda el manantial, "els
Xorros", una bella plaza realzada por la ornamentación
diseñada también por el arquitecto Vicent Traver, en
piedra caliza del lugar. Una plantación de olmos atenúa
la severidad pétrea del conjunto. En el centro de la
placeta se halla el grácil pináculo que cobija el
nacimiento del manantial.
La tradición de los tres chorros, documentada ya en
el siglo XVIII, se ha mantenido hasta la actualidad,
aunque hoy el agua con propiedades terapéuticas sale
libremente para ser tomada por el "agüista" a voluntad.
Antes de abandonar el manantial bebemos muy lentamente,
un vaso de ésta salutífera agua. Hay paladares que no
admiten el sabor de las aguas para dolencias del riñón.
PENYAGOLOSA, UN BOSQUE DE SETAS
Mis compañeros de ruta y expertos guías de montaña se
empeñan en que descubra el "bosque de setas" como se
conoce a Penyagolosa.
Desde el pico se puede admirar la práctica totalidad de
la provincia de Castellón y parte de la de Teruel. Según
explican, sólo llegar hasta la falda del macizo es ya
una alegría para la vista del viajero.
Nos parece una buena idea. El día es soleado e
incluso hace calor por lo que accedemos a un ese baño
ecológico en este tiempo de otoño, que es también, de
setas. Para llegar hasta la falda del pico de
Penyagolosa parten dos itinerarios diferentes desde la
zona de acampada. Uno es únicamente realizable andando
por un sendero mientras que el otro puede ser mixto es
decir, en un todoterreno o a pie a través de una pista
forestal en buen estado.
Como todos estamos medianamente en forma, merece la
pena recorrer el itinerario por el sendero. Para ello
salimos de la pista principal sin asfaltar que habíamos
abandonado para acampar. Recorremos unos trescientos
metros y en la primera de las curvas pronunciadas a la
izquierda, que ya se inicia el ascenso, dejamos la pista
y proseguimos en línea recta por un sendero marcado al
principio en donde encontramos una fuente y un pequeño
arroyo.
Continuamos por el cauce del arroyo hacia arriba. El
sendero está bastante pisado y se sigue con facilidad.
En este recorrido nos sorprende gratamente el hecho de
que existen gran cantidad de especies arborícolas
distintas, y que al pie de ellas aparece el nombre
botánico y el común del árbol en concreto. Podemos ver,
entre otros, manzanos silvestres, tejos, pinos negros,
cerezos, arces, etc. Y lo mejor de esta clase de
naturaleza práctica es que el "aula" es de una belleza
extrema y el "profesor" te deja recrearte en cada paso
del camino.
En otoño tenemos además la posibilidad de encontrar
abundantes clases de hongos, algunos de ellos tan
apreciados como los "robellones " o níscalos,
champiñones silvestres y la abundante "lepiota". Los
guías recuerdan siempre que " si no conoces las setas no
las comas". Una buena forma de aprender es coger una
seta de cada especie y enseñársela a alguien que las
conozca. (Sociedad Española de Micología) para que nos
indique cual es o no comestible. Así, la siguiente vez
que salgamos al campo podremos reconocer alguna de
ellas.
Para coger los hongos no hay que destrozar el entorno
ni escarbar todas las matas que veas. Además hay que
acostumbrarse a cortar el pie de la seta con una
navajita y no arrancar la planta del suelo.
Proseguimos el camino que discurre al lado del arroyo
y observamos que el agua desaparece, en este punto
forzamos la subida, siempre hacia la izquierda del
camino que estabamos recorriendo. A unos cientos de
metros encontramos un vallado pero no lo saltamos,
seguimos a la izquierda hacia arriba hasta llegar a la
pista forestal. Aunque este último tramo es monte a
través, no entraña ninguna dificultad.
Realmente tengo los pies doloridos. Al fin llegamos a
la pista forestal, seguimos por ella hacia la derecha
unos trescientos metros hasta una explanada.Allí está el
coche del guardabosques que hay de guardia en el pico.
Inmediatamente a nuestra izquierda vemos el estilizado
pico de Penyagolosa desafiándonos a que trepemos un poco
más.
La ascensión a la cumbre por la ladera norte está
llena de pinos. Pasamos por varias masías abandonadas,
la última el Mas dels Arcs y a continuación cruzamos la
carretera que asciende hacia valle donde se asienta el
Monasterio. Esta parte ya más pesada que el trayecto
anterior. Es aconsejable utilizar calzado deportivo y a
ser posible botas, ya que el terreno cerca de la cumbre
está muy suelto y tanto al subir como al bajar corremos
el riesgo de sufrir torceduras en los pies.
Tomamos una carretera asfaltada para pasar por una
zona de recreo, que están ampliando, con barbacoas,
fuentes, bancos etc. todo para que los visitantes se
diviertan al lado del coche. ¡Pobre bosque de pinos, que
poca vida le queda!
Comienza a oscurecer cuando llegamos al Monasterio de
San Joan de Panyagolosa. Lo forman una serie de
construcciones, alrededor de una plaza y un antiguo
olmo. Aquí reponemos fuerzas ya que es un albergue. Nos
animan a la ascensión puesto que está bastante marcada
por ser un terreno muy pisado. Desde la falda y
dependiendo del ritmo se puede tardar entre 30 y 60
minutos en coronar la cumbre. Nosotros, en poco menos de
50 minutos La vista panorámica es de indescriptible
belleza. La altitud de 1.814 metros levanta un viento
racheado y frío que parece arrastrarnos al abismo. En la
cumbre encontramos la caseta del guardabosques. En ella
por la parte de fuera, hay un cartel con las preguntas
que pueden formular. Solo tengo palabras de gratitud
hacia mis compañeros de ruta por la oportunidad de gozar
de este espectáculo, de vivir la plena Naturaleza.
HACIA EL MEDITERRANEO
Por un accidentado paisaje formado en su mayoría por
rocas calcáreas sobre las que se asientan comunidades
vegetales, como encinas y carrasca en las zonas bajas, y
los típicos "eriços" en lugares menos protegidos,
llegamos a la real villa de Villafranca
(Villafranca del Cid). Se encuentra en la comarca de
"Els Ports", en el límite occidental de la provincia de
Castellón, a 85 Km de la capital.
El pueblo se encuentra en un elevado altiplano a 1,
125 m sobre el nivel del mar, posee un término municipal
de 94 metros cuadrados y una población de 2.740
habitantes. Durante la época estival y los fines de
semana aumenta considerablemente. Su atractivo es tan
grande como sus orígenes que se pierden en la
prehistoria como lo atestiguan pinturas rupestres y
poblados tanto de bronce como ibéricos. Los romanos y
árabes también dejaron su impronta.
Hay que perderse por sus calles tortuosas y en
pronunciada pendiente. Hay que subir y bajar cuestas
para descubrir los rincones más pintorescos, como la
casa Consistorial ( del siglo XV) y la iglesia
parroquial dedicada al Salvador (s.XVI) Pero también hay
que hacer un alto en las tabernas típicas de la calle
Mayor para desgustar su gastronomía, exquisitos platos
bien elaborados partiendo de sus materias primas
naturales y autóctonas.
Todo el equipo de senderistas nos reunimos alrededor
de una buena mesa antes de partir a la última etapa de
la ruta, Ares de Maestre, que nos acercará
definitivamente al mar. El menú fue elegido por uno de
los guías: sopa de picadillo de huevo y jamón, patatas
al horno, ternasco con caracoles y pasteles de calabaza.
Haciendo honor, evidentemente a lo que reflejan los
folletos turísticos, para comer y beber, en Villafranca
del Cid.
La carretera que permite acceder a Ares del Maestre
ofrece la mejor panorámica de la población, situada
entre la Mola d´Ares y el castillo de origen árabe. A
1.312 m de altitud el paisaje que se domina desde las
murallas no puede ser más hermoso. Las terrazas de
cultivo, propias de las regiones del interior del
Mediterráneo, nos hablan de la riqueza de la
agricultura. Pero Ares tiene otro enorme atractivo: su
casco antiguo de corte medieval, ubicado en forma de
anfiteatro con las calles repletas de casonas, portales
y lienzos de murallas.
Paseando tranquilamente descubrimos la iglesia
parroquial de la Asunción ( del siglo XVIII), de
arquitectura barroca, y el maravilloso ayuntamiento con
arcos porticados, que recibe el nombre de El "perxe" Y
una curiosidad para anotar: cada calle y cada rincón de
este pueblo están señalados con pequeños rótulos que nos
hablan de su pasado, una buena muestra de la riqueza
cultural que encierran los pueblos de esta comarca.
Tomamos de nuevo la CV -10 que se corresponde con el
antiguo trazado de la calzada romana Vía Augusta y
entramos en el Bajo Maestrazgo. La brisa del
Mediterráneo nos empuja hasta arrastrarnos hacia el mar.
Hemos pasado en pocos kilómetros de una orografía
agreste como la del interior a contemplar
progresivamente y sin sobresaltos la belleza de limpias
playas del litoral, según nos vamos acercando a la
costa. Ciento veinte kilómetros de arena suave para
relajar mis doloridos pies con esa agradable caricia que
produce el agua del mar en la piel.
Me despido de mis guías de montaña. Ahora me espera
un baño de belleza y salud en unas termas marinas en el
Mediterráneo. Una relajante recompensa en esta aventura
única por una ruta con história.
DECÁLOGO PARA RESPETAR LA NATURALEZA
1. La acampada libre no está permitida, sólo se puede
acampar en los campings, o áreas de acampada creadas a
tal efecto. 2. Cualquier fuego, incluso un cigarrillo
mal apagado se convierte en un detonante.
¡Piénsalo! 3. Nunca viertas en los ríos, fuentes o
cauces de agua, jabones, productos contaminantes o
residuos. 4. Disfruta de la sombra de los árboles y
del paisaje; pero no rompas ramas inútilmente. 5.
Cuando termines una comida campestre, o cualquier
actividad en el monte, recoge los restos. No dejes
huella. 6. El monte es la casa común de todos en
libertad. Cuídalo como si fuera tu jardín. 7.
Comprometerse en la defensa del medio natural con el
ejemplo, es una hermosa tarea. 8. Administra bien tu
paso por la naturaleza. Piensa que mañana otros podrán
disfrutarla. 9. El fuego del bosque, arrasa la vida.
Quien lo evita no lo lamenta. 10.Si te desplazas con
un vehículo de motor por pistas o caminos, no rompas con
excesivo ruido la paz del campo ni provoques a la
naturaleza.
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