SIERRA DE AITANA Y VALLE DE GUADALEST  1


Resulta sorprendente que este maravilloso espacio, ya se ha solicitado la figura de parque natural, sea más conocido y nombrado en Europa ( Alemania, Francia o Reino Unido) que en España e incluso que en la comunidad Valenciana. No se entiende todavía como la sierra de Aitana y alrededores ( sierras de Aixorta, Bernia, Serrella, Carrascal de Parcent, Cortina y Helada) permanezcan aún en el anonimato de esas gentes que inundan todos los veranos las playas cercanas de Calpe, Altea, Benidorm y Villajoyosa. Quizás en las estadísticas encontremos la respuesta: el 35% de la ocupación hotelera de la Marina Baixa corresponde en su mayoría a ciudadanos británicos, belgas, italianos, holandeses, alemanes y franceses, según datos de la Conselleria de Industria, Comercio y Turismo de la Generalitat Valenciana. La Marina Baixa, que es como se llama esta comarca mediterránea, es una de las más bellas del litoral levantino a pesar del paisaje semidesértico que ofrece en algunos puntos y de la moderada altura de las cotas serranas, la más alta es el pico que da nombre a la sierra con sus 1558 m.

La mejor forma de visitar este escenario es tomar la obra del alicantino Gabriel Miró como manual de viaje y acercarse a cualquiera de las localidades de Alcoy, Altea, Benidorm, Villajoyosa o Alfaz del Pi que se localizan en los ángulos del irregular triangulo que forma la ruta. Si se elige la primera, la capital de la comarca homónima, conviene hacer un alto en el puerto de la Carrasqueta ( 1020 m.), en plena N-340 ( Cádiz-Gibraltar-Alicante-Barcelona), con bellos paisajes de valles, barrancos y el mar de fondo, a la derecha. Poco antes de entrar en la villa del papel, las prendas y demás manualidades merece la pena acercarse al santuario de la Virgen de los Lirios, en el paraje conocido por la Font Roja, un bello rincón de la sierra del Carrascal que celebra una vistosa romería el tercer domingo de septiembre. Desde el lugar se puede subir hasta los 1352 metros de la cumbre del Manejador, la mejor atalaya de los alrededores de Alcoy. Cerca de este espacio natural se encuentran otros encantadores enclaves, como la sierra de Mariola, al norte de la población, carretera de Cocentaina y las inmediaciones de Ibi, la ciudad del juguete, con el barranco de Agua Amarga, como lugar más atractivo.

Alcoy se encuentra enclavada en un hoyo y su casco urbano ha ido trepando por las laderas hasta configurar un paisaje de empinadas calles de traza medieval. Las plazas de España y Mayor, el Ayuntamiento, las placetas del Carbó, San Miguel y dels Civils, Santa María, la iglesia parroquial de Santa María y los museos Arqueológico Municipal Camilo Visedo y el Casal de Sant Jordi, son los principales rincones de la ciudad. En este último se guardan los recuerdos de una de las fiestas más tradicionales y populares del calendario nacional, la de Moros y Cristianos, que tienen lugar del 22 al 24 de abril. los actos recuerdan la batalla del Barranco que enfrentó a ambos ejércitos en 1275 y terminó con la hegemonía musulmana. los actos constituyen todo un acontecimiento lúdico-festivo para las gentes de la comarca, que se vuelcan en la organización de las tareas y en la confección de los vistosos trajes que lucirán en las 27 "filae" o filas de comparsas o agrupaciones participantes. Todo un espectáculo de colorido que conviene no perderse.

Alcoy hay que abandonarla por la carretera de Callosa d'Ensarriá eje central de la ruta, que finaliza en la costa Blanca. pasado el pueblecito de Benilloba, aquí la mayoría de los pueblos tienen nombre árabe, con interesante iglesia del siglo XVI y acueducto romano, aparece el desvío a Gorga, una de las entradas para recorrer el valle del Guadalest. Es una pequeña localidad que celebra sus fiestas patronales el primer domingo de septiembre en honor a la Virgen de Gracia, hay que enlazar con la tortuosa carretera que repasa el perfil norte de la sierra de Serrella y pasa por Balones, Benimasot, tollos, Facheca, Castell de Castells y Tárbena. Se trata de una zona adornada de almendros, naranjos y terrazas que la mano del hombre ha preparado para sacarle beneficio a estas tierras. En Castell de Castells, castillo de castillos, puede probar los ricos embutidos de la tierra y acercarse a la cueva del Somo, a la peña de Castellet y a innumerables rincones más que los del pueblo le aconsejarán ( Fonts de los Tejos, la Bota y de la Libertat, el Arcs y pinturas rupestres de Petracos). Tárbena como la mayoría de las poblaciones de Aitana, fue tierra de árabes y después de mallorquines, quienes la repoblaron e introdujeron uno de sus platos más peculiares, la sobrasada. En el pueblo recomiendan comprar la de casa Pinet, la más rica, dicen. Gabriel Miró puso sus ojos y su pluma en esta localidad, hasta es posible que probara el popular embutido, y comentó lo siguiente sobre la grandeza del paisaje: "Encima de los macizos de las sierras, tan alta que, en los huertos apacibles de abajo, en los valles con aire de mar, se pronuncia Tárbena levantando mucho los ojos".

Bonita descripción para dar a conocer el encanto que encierra la comarca de la Marina Baixa. Aquí puede visitar el coll de Rates, las cuevas de Dalt y de las Letras y el barranco Tancat. Una vez "saboreadas" las excelencias de Tárbena nos espera otro de los detalles naturales de la ruta, las fuentes del río Algar, pasado el pueblo de Bolulla y poco antes de entrar en la localidad de Callosa. El desvío se encuentra a la izquierda de la carretera y se trata del llamado nacimiento o fuentes del Algar, uno de los parajes más singulares y bellos de la provincia. El río forma una hermosa cascada que es aprovechada en verano por muchos vecinos de las localidades más próximas para huir de los calores del Mediterráneo y darse un chapuzón en las cristalinas aguas del río que desemboca en Altea, 15 kilómetros más abajo. La zona está habilitada para pasar el día y esta excesiva explotación turística está degradando el entorno con el consiguiente perjuicio medioambiental. Y eso que el ayuntamiento callosino, de quien depende el paraje natural, ha impuesto una tasa para visitar la zona con " el fin de conservar los valores paisajísticos del entorno", como  apuntan los responsables. Dudosa iniciativa que debería pasar primero por eliminar tanto negocio hostelero, que son los que de verdad degradan el ecosistema. La visita y el conocimiento de las bellezas naturales del país, nunca deben estar sujetas a la explotación económica de un organismo publico.

Callosa d'Ensarriá o d'En Sarrià vive del níspero, ese áspero fruto, típico del verano, introducido en los años 60 por un vecino del pueblo que trajo el invento desde la ciudad argelina de Orán. Y ahora, después de tres décadas o más, el municipio se ha convertido en el principal centro abastecedor de toda España. Pero también vive del limón, la naranja, el "perellons", una extraña mezcla de manzana y pera, y de muchas más frutas de temporada. De Callosa dijo nuestro compañero de viaje, Gabriel Miró, que " es pueblo moreno, acortezado, encima de una hoyada verde, como si fuese una mata inmensa de calabazar maduro, que cuelga en la peña el montón de fruto carnoso". Evidentemente, cuando el narrador alicantino hizo esta descripción todavía no había llegado la industria del níspero al pueblo. Antes de marcharse repase su casco urbano, la Casa Consistorial y la iglesia de San Juan Bautista, de sobria y amplia fachada. Después hay que hacer un pequeño desvío y tomar la carretera hasta Polop, a 8 kilómetros de las playas de Altea. Polop es otro pueblo blanco, inmaculado, rico en aguas, con calles que suben hasta la iglesia primero y el cementerio después, el mejor punto de observación, no sólo de la localidad, sino de esta parte de la ruta, llamado por el autor de el Obispo leproso, "huerto de cruces". por estos lugares se tiene la costumbre de enterrar a los familiares en lo más alto de los pueblos, junto a los restos de alguna fortaleza, como sucede en este caso. Y la verdad es que el emplazamiento se agradece.


              

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