DE TOLEDO A SAN CLEMENTE POR EL TOBOSO Y BELMONTE
La Ruta del Quijote
comienza en la ciudad milenaria de Toledo, capital de Castilla-La Mancha,
declarada por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad. En este primer tramo,
el caminante podrá descubrir los famosos molinos de viento, las plazas
mayores, los castillos y las variada arquitectura popular, y comprobará
la riqueza medioambiental que aportan las lagunas a toda esta zona.
El viajero, dejando atrás las
estrechas y empedradas calles del casco viejo toledano, saldrá en busca
de las huellas que dejaron por estos mismos caminos, hace ahora 400 años,
un flaco jinete y su escudero. Tras pasar Nambroca y En Villacañas resulta singular la presencia de los "silos", viviendas subterráneas, todavía en uso. Nuevamente aparecen dos ramales que, atravesando Quero o el complejo lagunar de Alcázar de San Juan, donde encuentra cobijo la variada avifauna manchega, confluyen en Campo de Criptana. Los parajes de los alrededores hasta Mota del Cuervo se encuentran todavía cubiertos por las siluetas de esos molinos centenarios que necesitaron la fuerza del viento para vencer a Don Quijote, y que les hicieron universalmente conocidos. Muy pronto, llegaremos a El Toboso, donde la hermosa Dulcinea vivía ajena a la locura que causaba su belleza y ahora es posible visitar en el Museo Cervantino las numerosas ediciones que allí se exponen de el Quijote. Tras visitar Belmonte, que conserva un extraordinario conjunto monumental, con importantes edificios civiles y religiosos, además de un impresionante recinto defensivo compuesto por su castillo, murallas y puertas, este trayecto termina en San Clemente, famoso por su Plaza Mayor y declarado conjunto histórico, por la monumentalidad de sus iglesias, palacios y casonas, que han sabido aguardar pacientemente al caminante desde hace más de cuatro siglos. |