MUSEO SAN TELMO ( SAN SEBASTIÁN)


En la parte lateral de San Vicente, del lado del monte Urgull, se abre una gran plaza aprovechada por el Ayuntamiento para construir un aparcamiento subterráneo. Está dedicada al pintor Zuloaga, cuyo busto se encuentra en un lateral. presidiendo la plaza se alza la fachada del Museo de San Telmo, antiguo convento de Dominicos, construido en la primera mitad del siglo XVI. Precioso el claustro, de estilo renacentista y, en medio, un busto de Pío Baroja de no muy antigua colocación. Un objeto muy curioso que exhibe el museo es la espada de Boabdil el Chico, el que perdió Granada, el que lloró como mujer lo que no supo defender como hombre, frase que siempre se le atribuye a su madre, que debió de ser una mujer terrible. ¿Que hace una espada como esta en un lugar como este?. El legado de algún ilustre donostiarra, seguramente. El museo tiene voluntad de convertirse en un buen museo etnográfico del País Vasco, pero la falta de fondos lo impide por ahora. Sin embargo lo realmente atractivo del museo, son las paredes de la capilla, dieciséis murales en sepia y oro del artista catalán Josep Maria Sert ilustrativos de la cultura vasca y la vida marinera de la región.

Una impresionante alegoría sobre el pueblo vasco, un altar de la raza, en tonos ocres, dorados y oro viejo, con figuras a veces inquietantes. Durante muchos años, Sert estuvo olvidado por todos, pero en la década de los ochenta empezó a ser valorado, comenzando por sus paisanos catalanes. Es curiosa la anécdota, de gran significado, para entenderla en todo su valor, del avispado hombre de negocios español que acudió a una subasta de objetos antiguos celebrada en Nueva York, en el famoso hotel Waldorf Astoria. los nuevos dueños del hotel no sabían nada de Sert, ni de sus lienzos. Quince eran los grandes óleos sobre lienzo que, a finales de los años veinte, pintó Sert por 150.000 dólares, de los de entonces, para ambientar nada menos que el gran salón del comedor del mítico hotel. Su titulo general: Las bodas de Camacho, inspirado en el episodio de el Quijote. Adquiridos por el español en la subasta a bajo precio, terminaron siendo comprados finalmente por el Banco Hispano Americano, que a su vez, los ofreció en 1990 a la ciudad de Barcelona. Nueva falta de sensibilidad de las autoridades barcelonesas, la primera fue no acudir a la subasta de Nueva York, que no saben dónde ubicarlos. Finalmente, la Lonja de Contratación Agrícola de Vic se hace cargo de los lienzos. Vic y San Sebastián bien pueden hermanarse en su exposición-homenaje al admirado Sert en todo su esplendor.

También conviene visitar, en la planta primera, la sala monográfica dedicada al gran pintor de Zumaya, Ignacio de Zuloaga. Allí se exponen obras muy valiosas, entre las que destaca el cuadro Torerillos de Túregano, entre otros. Para completar la visión del pintor habrá que ir más tarde a la Diputación Foral, y luego a su pueblo. La pinacoteca de San Telmo siempre ha estado subestimada, pero, en la actualidad se valora debidamente todo lo importante que contiene: Ribera, Alonso Cano, Rubens, F. Madrazo, Casado del Alisal, Mariano Fortuny, Sorolla, Dario Regoyos, los pioneros de la pintura vasca, etc.

Y, junto a todo ello, una colección arqueológica con un importantísimo conjunto de estelas discoidales del País Vasco, lápidas sepulcrales y escudos.