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Con su bello emplazamiento en
una bahía con forma de concha, San Sebastián (Donostia), es la ciudad
veraniega con más solera de España. Flanquean la bahía el monte
Urgull, por
el este, y el monte Igueldo por el oeste. Situada entre ambos, en la boca de la bahía,
se halla la pequeña isla de Santa Clara. San Sebastián se convirtió en centro
de veraneo a fines del siglo XIX, y ha mantenido desde entonces su merecida
fama. Conserva muchas tiendas elegantes y uno de los hoteles más señoriales de
España, el María Cristina; pero San Sebastián es hoy ante todo una población
abierta y atractiva que invita al paseo tranquilo. La ciudad es renombrada por
sus festivales de verano: el de jazz en julio, la quincena de música clásica
en agosto y el Festival Internacional de Cine en septiembre. La Semana Grande de
agosto está dedicada a la cultura tradicional vasca. La cocina desempeña un
papel crucial en la vida de San Sebastián: muchos donostiarras pertenecen a
sociedades gastronomicas en las que se reúnen para guisar, comer, beber y
charlar; a estos festines sólo en ocasionalmente se invita a las mujeres. La
parte vieja se emplaza entre la bahía y el río Urumeaa. Aunque pocos edificios
son anteriores a 1812, año en que fue reconstruida tras un pavoroso incendio,
el lugar tiene mucha personalidad. Las callejuelas llenas de tascas y
restaurantes, están muy animadas por la noche. En los puestos del mercado de la
Brecha se exhiben exquisiteces como las kokotxas de merluza y otros pescados que
se descargan diariamente en su encantador puerto. El corazón de la parte vieja
es la plaza de la Constitución, con soportales y persianas azul y naranja. Los
números visibles en los balcones datan de la época en que se lidiaban toros en
la plaza. La cercana iglesia de Santa María del Coro tiene una rica portada
barroca. El monte Urgull se yergue a espaldas de la parte vieja. Merece la pena
subir para contemplar una vista panorámica
de la costa y las colinas que ciñen la ciudad. Situado en la ladera, el
cementerio de los ingleses conserva las tumbas de oficiales caídos durante la
guerra contra Napoleón. En la cima se levanta una estatua del Sagrado Corazón,
y bajo ésta, las ruinas del castillo de Santa Cruz de la Mota, con sus viejos
cañones. Las dos playas principales de San Sebastián, separadas por un
saliente rocoso llamado el Pico del Loro, siguen el trazo de la bahía hasta el
monte Igueldo. La playa de la Concha es la mayor, y la de Ondarreta, la más
elegante. Entre ambas se levanta el palacio Miramar, construido en 1889 por el
arquitecto vasco José Goicoa según un proyecto de su colega británico Selden
Wornum. Diseñado como residencia de verano de la reina Cristina, contribuyó a
cimentar la fama de San Sebastián como centro veraniego de la aristocracia. Los
jardines están abiertos al público, y el palacio acoge en algunas ocasiones
actos culturales. Más allá de la playa de Ondarreta se adentra en el mar una
moderna escultura de hierro, El peine de los vientos, de Eduardo Chillida. Una
carretera y un funicular suben a lo alto del monte Igueldo, donde hay un parque
de atracciones con espectaculares vistas. Al este de la playa de la Zurriola,
presidida por la ladera del monte Ulía, tercer vigía de San Sebastián.
Museo de San Telmo.- Ocupa este
amplio museo un monasterio del siglo XVI al pie de monte
Urgull. En el claustro
renacentista puede verse una colección de estelas funerarias vascas de los
siglos XV a XVII. El museo contiene también tocados femeninos de la región,
muebles, herramientas y objetos varios, así como magnificas telas del siglo XIX
de Antonio Ortiz de Echagüe y pinturas de Ignacio de Zuloaga. Hay también
retratos de Vicente López y obras del Greco y otros encumbrados maestros
españoles. Cubren las paredes de la capilla dieciséis murales en sepia y oro
del artista catalán Josep Maria Sert ilustrativos de la cultura vasca y la vida
marinera de la región.
Aquárium.- El arquitecto local
Juan Carlos Guerra incorporo elementos tradicionales vascos al diseño de este
edificio, inaugurado en 1828 como sede de la Sociedad Oceanográfica de
Guipúzcoa. El acuario alberga una colección única de fauna marina del
litoral. El museo contiene piezas de la vida marítima vasca, desde
construcciones navales hasta retratos de marineros.
A unos 5 kilómetros al este de
San Sebastián está Pasaia Donibane (Pasajes de San Juan), es un pintoresco
pueblo pesquero con casas de balcones de madera pintados de colores, una calle
mayor empedrada y buenos restaurantes especializados en pescados y marisco.
HONDARRIBIA.- Ciudad histórica
asentada en la desembocadura del Bidasoa, sufrió los ataques de los franceses a
lo largo de los siglos. A la parte alta, protegida por murallas del siglo XV, se
accede por la puerta de Santa María. En las callejuelas del recinto amurallado
se levantan mansiones antiguas con aleros labrados, balcones y escudos de armas.
Las casas se apiñan en torno a la iglesia de Santa María de la Asunción, con
poderosos arbotantes, una alta torre barroca y un retablo de oro. En el punto
más elevado de la ciudad está el castillo de Carlos V, del siglo X, que
funciona hoy como parador. Cafés, bares y restaurantes se alinean en La Marina,
el animado barrio de pescadores de Hondarribia, que es además un concurrido
centro de veraneo, con playas al norte. Por el oeste una carretera sube al
santuario de la Virgen de Guadalupe. Siguiendo por esta carretera surgen vistas
de la costa y las montañas. Desde la ermita de San Marcial, situada sobre una
colina nueve kilómetros al sur, se contempla la desembocadura del Bidasoa, que
hace de frontera entre Francia y España.
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