SIERRA DE ABODI-BOSQUE DE IRATI  1


La Comunidad Foral de Navarra es una de las más ricas y desconocidas dentro del ámbito turístico y medioambiental. Espacios como los valles de Aezcoa, Baztán, Belagua, Erro, Roncal y Salazar, las sierras de Abodi y Aralar, la selva de Irati, el parque natural del señorío de Bértiz o las Bardenas Reales, son algunos lugares de gran interés paisajístico y turístico que se encuentran fuera de los recorridos más explotados por el llamado turismo verde o de interior. Sólo los alrededores de Pamplona, hoces de Arbayún y Lumbier, la ribera del Bidasoa y algunos rincones por donde pasa el Camino de Santiago son puntos de cierto conocimiento popular y afluencia masiva de visitantes en determinadas épocas que todos conocemos, como las fiestas de San Fermín, el verano o la celebración  de un Año Santo. En este capitulo dedicado a la región de Navarra es imposible dedicarle un comentario a todos los encantos naturales que encierra el territorio foral y he seleccionado por tanto uno de los escenarios medioambientales con mayor encanto de la Comunidad y a la vez uno de los más despoblados, junto a las Bardenas Reales, como son la Sierra de Abodi y la selva de Irati.

La ruta se completa parcialmente con recorridos por los valles de Aezkoa, Salazar y Roncal que no suponen en absoluto un conocimiento profundo de las excelencias de estos parajes naturales. El mejor punto de partida para iniciar el viaje puede ser el municipio de Orreaga-Roncesvalles, en plena senda jacobea y el que mejor patrimonio artístico conserva de toda la ruta. El tesoro de esta pequeña localidad es la Real Colegiata románica que guarda múltiples recuerdos del reino navarro, del Camino de Santiago y de la leyenda de Carlomagno, el personaje histórico que mejor ha vendido la imagen de Roncesvalles. Del interior del templo destaca el sepulcro de tamaño natural del gigante monarca navarro Sancho el Fuerte, cuentan que media 2,25 metros, el museo, con el famoso relicario de esmaltes del siglo XIV, llamado Ajedrez de Carlomagno y el bello claustro. También son dignas de visita las capillas de Santiago y del Santo Espíritu, ambas románicas. La famosa batalla de Roncesvalles y las hazañas del emperador carolingio han bañado la memoria histórica de este bello escenario natural y en cada rincón aparece una narración que recuerda aquel acontecimiento. Si tenemos que hacer caso de la historia todo ocurrió el año 778 cuando el ejercito franco volvía de una expedición por tierras de Zaragoza y el enemigo, todavía se ignora quien era, si vascones o sarracenos, atacó la retaguardia de estos lugares causando la primera derrota de Carlomagno y provocando la muerte de Roldán, el favorito del monarca.

A partir de este hecho se suceden otras historias y leyendas que encontrará recopiladas en cualquier libro o folleto turístico de la zona, como las que hablan de la espada de Roldán, Durandart o Durendal, que fue capaz de partir una roca poco antes de que su dueño cayera herido de muerte y la de del olifante o cuerno de elefante que hizo sonar con tanta fuerza el favorito de Carlomagno para avisar del ataque que le estallaron las sienes y venas, falleciendo en el esfuerzo. Todas estas tradiciones, alimentadas por la literatura francesa, han sido el mejor reclamo publicitario y turístico para esta población del valle de Aezkoa. Burguete es un pequeño poblado que se encuentra a 5 minutos de Roncesvalles y es un claro ejemplo de pueblo jacobeo de calle única y principal por la que pasaba y pasa el Camino de Santiago. Sus habitantes siguen con la costumbre de levantar los tejados de las casas con tablillas a pesar de los dos incendios que arrasaron el pueblo hace 5 siglos y que tan sólo dejaron en pie unas cuantas viviendas. El especial cariño de sus habitantes por conservar las esencias arquitectónicas y urbanísticas del pueblo le hicieron merecedor a principios del año 1970 de varios premios de embellecimiento. Ahora es un pueblo de paso, no sólo de peregrinos, y de fin de semana.

Una vez abandonada la villa y un poco más adelante aparece a la izquierda el desvío de la NA-140 que es el camino que hay que tomar para continuar la ruta. Los primeros núcleos de población que aparecen en la carretera son Garralda, a 7 kilómetros, reconstruida a finales del siglo XIX tras un incendio que destruyó toda la villa, con casitas blancas de tejados rojizos y con un bonito mirador, llamado de Ariztoquia, ubicado al lado del siguiente cruce que es el de la carretera local a Oroz-Betelu, desde el que se observa una bella panorámica del valle de Aezkoa; y Arive, con un puente medieval que salva las aguas del río Irati, fragua que se utiliza para trabajos de forja y una ermita dedicada a San Joaquín que está a las afueras, por la carretera de Villanueva de Aezcoa. Justo en este punto, cruce de caminos, hay que desviarse a la izquierda por la carretera que finaliza en la selva de Irati, tras pasar cerca de Aria y Orbara y cruzar Orbaiceta. en Aria aún se conservan algunos hórreos en desigual estado, lo mismo que en Orbara, un poco más adelante, pero por la otra carretera, que además dispone de una iglesia gótica dedicada a San Román, que guarda dentro una pila bautismal románica. A la altura del kilómetro 2, antes de alcanzar la localidad y a la derecha de la carretera se encuentra la reserva natural de Tristuibartea, un terreno comunal perteneciente en su mayoría a Villanueva de Aezcoa, que representa un buen espacio de robles y hayas en perfecto estado de conservación.

A 2 kilómetros de Orbara queda el pueblo de Orbaiceta u Orbaitzeta, como el pueblo navarro lo escribe, una de las entradas que tiene la selva de Irati, la otra es Ochagavía, y punto de partida de múltiples escapadas cortas que despiertan el apetito al excursionismo por el valle de Aezcoa, bello, verde y salvaje. En Orbaitzeta conviene visitar el templo gótico de San Pedro, con interesante retablo churrigueresco y pila bautismal románica, como la de Orbara y darse una vuelta por las cuatro casas que forman el poblado. Más adelante, al final de la carretera, aparece Fábricas de Orbaiceta, que debe su nombre a la Real Factoría de Artillería que ordenó levantar el monarca Carlos III en 1784. Ahora todo son ruinas y recuerdos de una industria que dio mucho trabajo a estas gentes hasta hace poco más de 100 años. Sus habitantes cedieron el suelo, los montes, el agua y demás necesidades a cambio de que la Corona les liberase "del canon de 204 florines de a dos reales cada uno", que pagaban al Tesoro Público en concepto de impuestos. Aquí se construyó un gran establecimiento con saltos de agua, dos hornos, almacenes, casa-palacio, iglesia y cuartel para la tropa que estuvo en funcionamiento hasta 1884. La propiedad del suelo, en cambio, no la han recuperado los vecinos del valle hasta hace unos años. Desde esta pequeña localidad se pueden visitar los yacimientos prehistóricos de Soraluze, Azpegi, Ortoxola, Arrataka, Urkulu e Idopil a través de la pista forestal que continua al final de la carretera asfaltada y que sirve también de enlace para acceder a la reserva natural de Mendilaz. Los monumentos megalíticos que se pueden visitar son dólmenes, túmulos, cromlech, algún resto romano, como los de Urkulu y dos cuevas con yacimientos prehistóricos, las situadas a ambos lados de la pista cerca de la zona de Arrataka.