TIERRAS ALTAS DE MURCIA


CEHEGÍN.-   Conserva uno de los cascos antiguos más interesantes de Murcia. Fue fundado sobre el cerro del Puntarrón, en torno a una antigua atalaya árabe, de cuyos muros aun pueden verse restos en la plaza de la Constitución, que ocupa la parte alta de la montaña, con excelentes vistas sobre todo el valle del Argos y el mar de tejas que cubre la zona medieval de la ciudad. Los miradores que ahora ocupan las dependencias municipales eran utilizados antiguamente para asistir a las corridas de toros. A la plaza se asoma la iglesia herreriana de la Magdalena, del siglo XVI, y la fachada principal del palacio barroco de los Fajardo. A su lado puede verse otro palacio del siglo XVIII, antigua cárcel y sede actual del Museo Arqueológico. Destacan también la iglesia de la Concepción, del siglo XV, la del Santo Cristo, renacentista y los palacios del Duque de Ahumada y del Ayuntamiento. En el cercano Cabezo Roenas se sitúan las ruinas de la antigua ciudad visigoda de Begastri.

CARAVACA DE LA CRUZ.-  Solo 7 kilómetros separan Cehegín de Caravaca de la Cruz, villa templaría y medieval que creció al amparo del enorme castillo y sobre todo, de su santuario en el interior de la fortaleza, donde la tradición sitúa a dos ángeles bajando del cielo y portando la cruz de cuatro brazos del patriarca de Jerusalén, la Vera Cruz, símbolo de la ciudad. El templo, levantado entre 1617 y 1703, tiene trazas renacentistas y herrerianas. Su espléndida portada presenta elementos barrocos y está hecha con mármol rojo de Cehegín. El castillo que hoy se ve pertenece al siglo XV, aunque conserva elementos de épocas anteriores. Es heptagonal, con 14 torreones y una única puerta. En torno a la fortaleza se dispone el barrio medieval, con la típica estructura irregular de calles estrechas y desordenadas. La iglesia del Salvador, la mejor muestra del Renacimiento murciano, fue construida en esta zona sobre un antiguo hospital templario. Del edificio destaca su magnifica nave, con cuatro enormes columnas jonicas estriadas, soportando las nervaduras góticas de su bóveda. La plaza Mayor la preside el Ayuntamiento, edificio barroco proyectado originalmente en forma de U, que no llego a terminarse. En el otro extremo de la ciudad se levantan el convento de los Carmelitas, fundado en 1586 por San Juan de la Cruz, el convento e iglesia de las Clarisas, obra del siglo XVII, con impresionante decoración barroca y el convento de San José, fundado por dos discípulos de Teresa de Jesús en 1576. La iglesia de la Purísima Concepción tiene un interesante artesonado mudéjar. A la salida hacia La Puebla de Don Fadrique puede verse el templete barroco donde se celebra la Bendición de las Aguas cada 3 de mayo. Desde este punto hay 2 kilómetros a las Fuentes del Marques, paraje natural de gran belleza.

MORATALLA.- Desde Caravaca de la Cruz se sigue por la C-415. A 14 kilómetros aparece Moratalla. El sabor de la localidad radica en ese tipismo de los pueblos serranos, de calles angostas y empinadas, donde la vida discurre a un ritmo sosegadamente humano. Es destacable todo el entramado urbano, además del castillo de la orden de Santiago, del siglo XV, la iglesia de la Asunción, con trazas renacentistas, del siglo XVI y el convento de San Francisco, de la misma época. Moratalla es destino habitual de fin de semana para miles de murcianos por el atractivo de los parajes naturales de su entorno. A 8 kilómetros, el río Alhárabe forma el enclave de la Puerta, un conjunto de pozas y resaltes de gran belleza. En sus cercanías se ha instalado un camping con piscina y restaurante.

SIERRAS DE MORATALLA.- Desde Moratalla, la estrecha MU-703 se interna hacia el Campo de San Juan y la pedania de El Sabinar, cuyo nombre habla de la abundante sabina albar que conserva. Otras pequeñas aldeas y pedanias animan estas sierras del extremo noroeste de Murcia: Calar de la Santa, al pie del pico de Villafuente; Bagil, un cortijo rodeado de un paisaje espectacular; o Benizar, del que destaca la situación de su castillo. Casi en el limite con Albacete se eleva el pico Revolcadores, el más alto de la región. Desde El Sabinar se sale por Benizar a la C-3211 para buscar, 14 kilómetros después la desviación que por la izquierda lleva hasta el embalse de el Cenajo.

CALASPARRA Y EL CAÑÓN DE LOS ALMADENES.- S e llega desandando el trayecto anterior hasta conectar de nuevo con la MU-510, se enorgullece de su arroz, único con denominación de origen, cuya calidad y fama se debe a su proceso de cultivo, en cotas de media montaña, a 1000 metros de altitud, y con un sistema de riego único, que permite la recirculación de las aguas frescas y limpias del Segura. De la localidad destaca la torre de la Encomienda, antiguo posito del siglo XVIII, que ahora alberga el Museo Arqueológico, el Molinico, edificación medieval con portada renacentista, el acueducto romano del paraje de la Rambla; la torre del Reloj, en la calle Mayor, de 1718; y el santuario de la Esperanza, en las afueras de la localidad. El cañón de los Almadenes encaja al Segura entre Calasparra y Cieza. Se puede descender en balsas, que parten de las cercanías de la venta Reales y terminan en la presa de la Mulata. Cerca de la misma venta se encuentra la boca de la cueva del Puerto, acondicionada para las visitas.