RUTA DE ARANJUEZ, HISTORIA Y NATURALEZA
La ruta "Historia y
Naturaleza" nace en la glorieta de Santiago Rusiñol, puerta de
entrada de Aranjuez, y se dirige hacia el noroeste a la sombra de los
centenarios ejemplares de plátano, así como de otras especies de más
reciente plantación, que flanquean la calle La Reina. La calle La Reina
forma parte del denso entramado de paseos arbolados que configuran la
estructura de la ribera que Tajo y Jarama comparten antes de unirse.![]() A la izquierda, tras un soberbio muro de ladrillo, el Jardín del Príncipe ofrece su sosiego de siglos. Fue creado por Carlos IV conforme a las tendencias europeas del siglo XVIII, aunque perviven en él elementos anteriores como la Huerta de la Primavera o el embarcadero de Fernando VI. La naturaleza, domesticada y recreada, se somete al ideal ilustrado de belleza: largos paseos arbolados se extienden por la ribera del Tajo descubriendo jardines en los que simetrías y perspectivas se disponen para la calma. El paso del tiempo quiere tomarse aquí juego de luces y sombras que se demora en estatuas, fuentes y estanques. Miles de especies vegetales, muchas de ellas traídas de tierras lejanas, se ordenan para deleite del paseante y curiosidad del botánico. Un interminable ajetreo de mirlos, faisanes y otras muchas aves animan los jardines quietos y pueblan el silencio de cantos. Continua la ruta tras cruzar el río Tajo por
el puente de La Reina, se toma la calle de San Isidro que conduce por un
paseo arbolado entre cultivos de regadío, al Real Cortijo de San
Isidro. Creado por Carlos III en una tentativa ilustrada de aproximar lo
rustico y lo urbano, el Real Cortijo de San Isidro fue concebido como
espacio de estudio y Hacia el norte la calle San Isidro atraviesa huertas y regadíos hasta morir en el camino del Puente Largo, que deja atrás la vega para ascender hacia la campiña. El paisaje en unos centenares de metros: la fértil tierra ribereña deja paso a un relieve alomado de secanos, olivos y retamas. Podremos ascender, entre barbechos y olivares a los altos que dominan la vega del Jarama. Lo pedregoso del terreno testifica la acción sedimentaria del río; el encajonamiento durante milenios del Tajo y el Jarama han dejado estos altos como señal de los antiguos dominios del agua. A la altura de un edificio en ruinas, a la izquierda de la marcha, la vereda del Vadillo de los Pastores de Colmenar, paralela al canal de la Cola Alta, devuelve al viajero a los Paseos Históricos. Su trazado, aunque se amplia y evoluciona desde el siglo XVI al XIX, conserva en la actualidad la melancólica luz de un tiempo en el que la razón aspiró a someter a la naturaleza a leyes geométricas. Los Paseos Históricos conectan las huertas y los sotos con el casco urbano, el Palacio Real y los Jardines, pero sobre todo expresan una evocación de orden en la ocupación del territorio que hace de Aranjuez un precedente único de relación entre lo urbano y lo natural. En la actualidad los Paseos Históricos se ofrecen al visitante como el esqueleto de lo que en el siglo XVIII fue un oasis en el que belleza, productividad agrícola y biodiversidad desafiaban, a la vera del Tajo, los rigores de la meseta castellana. Olvidado y degradado durante décadas, aquel paisaje parece animar recientes esfuerzos por recuperar el esplendor perdido, reinterpretándolo en clave de sostenibilidad. Tras recorrer unos tres kilómetros, a la vista ya de la carretera M-305 de entrada a Aranjuez y el verde nutrido por el Jarama, la ruta regresa hacia el sur por la Vereda del Vadillo de los Pastores de Colmenar culminando el rodeo en la calle Princesa. Sobre los páramos que se asoman al Jarama resiste un viejo encinar adehesado de escasas hectáreas, en el que aún se dejan sorprender conejos, perdices y liebres. Atravesando la calle Princesa, el camino se dirige entre los tilos y plátanos de la calle Los Altos hacia el Tajo y regresa, paralelo a la carretera de entrada a Aranjuez, al Puente Barcas. |