OTROS MONUMENTOS DE TEMBLEQUE (TOLEDO) 3


ERMITA DE SAN ANTÓN

El barrio de San Antón, de casitas enjalbegadas, siempre limpias y gran riqueza de texturas; de pequeños aleros y escasos y sobrios vanos ha sido escenario de viejas tradiciones. Enclavado en él se encuentra la deliciosa ermita de San Antón, cuya belleza radica en la armonía de sus proporciones y en su extremada sencillez. Es un edificio pequeño, de planta de cruz latina, con cabecera plana y entrada lateral. Tanto exterior, como interiormente, carece de toda decoración, apareciendo la totalidad de sus muros encalados. Sólo en el coro, una balaustrada de madera oscura se destaca nítidamente del blanco conjunto. La única nave que posee se cubre con bóveda de cañón articulada en tres tramos, el central con lunetas que se aprovechan para abrir pasos; en el crucero encontramos una falsa cúpula sobre pechinas. La claridad de volúmenes, pureza de líneas y ausencia total de ornamentación nos sirve para datar esta ermita a finales del siglo XVIII.

ERMITA DE LA VIRGEN DE LORETO

A mediados del siglo XVIII, cuando la arquitectura barroca, ya de vencida, se va progresivamente limpiando del excesivo exorno, se construye la ermita. Su planta se resuelve en una cruz latina, con el crucero apenas insinuado, de una sola nave. Las cubetas son de media naranja en el crucero. Su aspecto exterior, de material pobre desnudo de ornamento, impide sospechar las yeserías de la amplia nave, así como las maravillosas pinturas al óleo de la bóveda. Es de lamentar que la ubicación de este edificio, a las afueras del pueblo, en una encrucijada de carreteras, haya contribuido a su escasa utilidad.

ROLLO

En un principio las palabras rollo y picota tuvieron significados distintos. La picota era una especie de poste donde se exponía públicamente algún miembro de un reo para que sirviera de escarmiento general. El Rollo, exento de este carácter de castigo, servía como elemento emblemático de la jurisdicción de villa de un municipio. El concepto de Rollo es más moderno que el de Picota, y nace paralelamente al resurgir de los Ayuntamientos. En el siglo XV ambas palabras se emplean indistintamente, ya que el derecho a tener Justicias y Alcalde se concedía normalmente al unísono.

Tembleque posee un Rollo del siglo XVI, que como la mayoría de estos monumentos adopta la forma de columna sobre graderío. En nuestro caso de divide en dos cuerpos: el inferior a manera de fuste de estrías muertas y el superior con columnillas adosadas, separadas ambas por una inscripción, carece de coronamiento destacable como otros casos en que se hace a manera de templete u otra forma caprichosa. Estuvo en los primeros tiempos en el lado noroeste del municipio; de aquí se trasladó, en el 1836, a la calle Real, reinando Isabel II; por eso se han encontrado monedas de esta soberana cuando se ha hecho un nuevo traslado. Ahora se encuentra en la placita de la Ermita de la Purísima Concepción.

PLAZA DE LA ORDEN

Esta plaza, aneja a la Mayor, debe su nombre a la orden de San Juan, a la cual pertenecía Tembleque. No se dispone de referencias históricas sobre ella. Es un trapezoide rodeado por una valla con verja y una entrada en el centro de cada lado. Su perímetro interior está cuajado de árboles. En el año 1993 fue totalmente reconstruida y se colocó en el centro una fuente aprovechando el antiguo molino de la almazara de Nuestro Padre Jesús de Nazareno. Desde ella se tienen unas vistas estupendas de la iglesia parroquial y del arco principal de la Plaza Mayor.

CASAS TÍPICAS

Casi toda la edificación del núcleo urbano respondía al esquema de manzana cerrada con patios y corrales interiores de parcela, típicas construcciones manchegas de un pueblo eminentemente agrícola. En las zonas más exteriores y más recientes, la tipología de la edificación responde más a la agrupada con patios independientes. Los materiales utilizados en las construcciones más antiguas son el tapial y raramente el ladrillo y la mampostería vista; la mayoría de las fachadas están revocadas o encaladas, el tono predominante es el blanco.

Casi todos los edificios tienen las cubiertas de teja árabe, aunque la proliferación del fibrocemento para construcciones baratas, no se ha podido evitar tampoco en este municipio. En las actuaciones de nueva planta se observa muchas veces un cambio de lenguaje popular por otro más urbano y mal asimilado, colocando terrazas voladas o huecos inusuales de la zona. También en algunos casos se abandona la cubierta inclinada y rematan las construcciones con petos. La fachada de las viviendas tradicionales es totalmente blanca, sobre la que destacan la forja de los balcones y ventanas y algunas persianas de color disonante.

Por último, el color rojizo de la teja se integra perfectamente en el conjunto, confundiéndose casi con el tono oscuro de la madera. Piedra, madera, teja y cal son, pues, los materiales por excelencia, que se han sabido mantener perfectamente en estos espacios que se han hecho populares y castizos. Las fachadas de las casonas que aparecen con frecuencia suelen tener rejas forjadas, canecillo, molduras y elementos clásicos que mezclados con el blanco de la cal y los huecos oscuros dan nobleza y elegancia a esta construcción.