ALGUNOS LUGARES DE CASTILLA-LA MANCHA 2


TEMBLEQUE.- Su espléndida plaza Mayor con soportales de madera data del siglo XVII y está muy bien conservada. En diversos lugares figura la cruz roja de los caballeros de Malta, orden militar a la que perteneció la ciudad. En los alrededores la ciudad más destacada es Ocaña, situada a 30 kilómetros al oeste de Tembleque, tiene una elegante plaza Mayor, realizada por Francisco Sánchez en el siglo XVIII. Es una de las más grandes de España, después de las de Madrid y Salamanca.

CONSUEGRA.-  Los molinos de viento de Consuegra se alinean, junto con el castillo de la Orden de San Juan, del siglo XIII y en ruinas, sobre las llanuras manchegas. Uno de ellos conserva su maquinaria, que entra en funcionamiento todos los años durante las fiestas de la recolección del azafrán, en las que se celebra un concurso de destreza en el desbrizne de esta planta. A 4 kilómetros por la carretera de Urda hay un castillo en ruinas. Un antiguo restaurante de Puerto Lapice, situado a 20 kilómetros de Consuegra por la N-IV, corresponde a la descripción que hace Cervantes de la fonda donde Don Quijote fue armado caballero.

CAMPO DE CRIPTANA.-  Sobre una colina se recortan los diez molinos de viento que quedan de lo que fue, con 32 ejemplares, la mayor agrupación de La Mancha. Tres de ellos se remontan al siglo XVI y conservan su maquinaria intacta. En uno de los molinos se encuentra la oficina de turismo. En cuatro de ellos se han instalado diversas exposiciones sobre la cultura de la zona. En los alrededores se pueden ver molinos también en Alcázar de San Juan y en Mota del Cuervo.

EL TOBOSO.-  Este es un lugar con más reminiscencia quijotescas de la Mancha. Cervantes lo eligió como cuna de Dulcinea, la dama de Don Quijote. La casa de doña Ana Martínez Zarco, a quien se ha asociado el personaje, ha sido restaurada al estilo rural del siglo XVI. En el ayuntamiento se guardan ediciones del Quijote en más de 30 idiomas. La villa se ha considerado tradicionalmente de tal importancia cultural, que se dice que el ejercito francés decidió no atacarla durante la guerra de la Independencia.

BELMONTE.-  El magnifico castillo de Belmonte, del siglo XV, es el que mejor se conserva de toda la zona. Fue construido por Juan Pacheco, marqués de Villena, político e intrigante personaje, cuando Enrique IV le cedió la villa en 1456. Su interior está decorado con ricos artesonados y yeserias mudéjares. Hay que destacar la colegiata por sus capillas, ricamente decoradas, y la sillería del coro, que se trasladó hasta aquí desde la catedral de Cuenca. También posee una importante reja de hierro forjado, un retablo renacentista y la pila en la que fue bautizado el poeta del Siglo de Oro Fray Luis de León. Otras dos poblaciones cercanas a Belmonte florecieron en época del marqués de Villena: Villaescusa de Haro, a 6 kilómetros al noreste, en cuya iglesia se guarda un importante retablo del siglo XVI, y San Clemente, a unos 40 kilómetros al sureste, que cuenta con dos plazas renacentistas casi perfectas. En la iglesia de Santiago Apóstol se conserva una cruz gótica de alabastro.

ALARCÓN.-  La ciudad fortificada de Alarcón, magníficamente conservada, emerge en lo alto de una roca, sobre una angosta hoz del río Júcar. Al franquear la triple entrada al castillo el viajero se siente trasportado a la época medieval. Se remonta al siglo VIII y fue un enclave militar durante la Reconquista, arrebatado a los árabes por Alfonso VIII en 1184, tras un sitio de nueve meses. Posteriormente fue adquirido por el marqués de Villena. Las murallas de Alarcón son espectaculares y cuenta con tres recintos defensivos. El castillo, pequeño y triangular, que se alza sobre el río, se ha rehabilitado como parador. Merece la pena visitar dos de las iglesias de la ciudad: la de Santa Maria, que es una joya renacentista, con un magnifico pórtico y un retablo atribuido a Alonso Berruguete y la cercana iglesia de la Santísima Trinidad, construida en estilo plateresco.

ALCALÁ DEL JÚCAR.-  El río Júcar, en su recorrido por las colinas calizas del noreste de Albacete, abre una garganta profunda y tortuosa, la hoz del Júcar, que puede recorrerse a lo largo de 40 kilómetros. Alcalá del Júcar está emplazada en un imponente paisaje, junto a una cresta que asciende desde lo más profundo del desfiladero. La ciudad se va encaramando entre cuestas y empinadas escaleras; en lo alto junto al castillo, las casas ganan terreno a la roca blanda., horadándola, hasta convertirse algunas de ellas en auténticos túneles que alcanzan el otro extremo de la ladera. Al oeste la garganta atraviesa fértiles huertos hasta llegar a la ermita de San Lorenzo. Algo más allá se encuentra situada la pintoresca villa de Jorquera, que conserva sus murallas árabes y en la Edad Media se convirtió en estado independiente durante un breve periodo, al negarse a aceptar el control de la Corona. La Casa del Corregidor alberga en su interior una interesante colección de escudos.

LAGUNAS DE RUIDERA.-  Llamadas en otros tiempos Los Espejos de la Mancha, estos 17 lagos freáticos, que forman el Parque Natural de las Lagunas de Ruidera, se extienden a lo largo de un valle de 20 kilómetros. Al parecer toman su nombre de una de las historias de El Quijote, en la que se cuenta el episodio del encantamiento de una dama, junto con sus hijas y nietas. Aunque la sequía ha reducido el nivel de agua de las lagunas, merece la pena visitarlas por su fauna; pueden verse avutardas y sisones, garzas y muchas especies de anades. El creciente numero de visitantes y las construcciones de recreo levantadas en las riberas están amenazando el mantenimiento de la fauna. En el pueblo de Ruidera, entre las lagunas del Rey y de Cueva Morenilla, existe una oficina de información del parque. Cerca de otra de las lagunas, la de San Pedro, se encuentra la cueva de Montesinos, profunda pero accesible, que se describe en uno de los capítulos de El Quijote. Al noroeste, las lagunas se unen al embalse de Peñarroya, presidido por un castillo. Argamasilla de Alba tiene un indudable sabor cervantino.

CALATRAVA LA NUEVA.-  Se llega al castillo-monasterio de Calatrava la Nueva, magnifico en su emplazamiento distante y aislado, por un tramo de la antigua carretera. Fue fundado en 1217 como sede de la Orden de Calatrava, la primera de las ordenes militares españolas. El conjunto es de enormes proporciones, con un patio doble y una iglesia de triple nave. La iglesia, gótica cisterciense, ha sido restaurada y se ilumina a través de un bello rosetón situado sobre la puerta de entrada. Tras la Reconquista el edificio continuó utilizándose como monasterio, hasta que se abandonó en 1802, al ser dañado por un terremoto. Es muy interesante el claustro levantado en el siglo XV. Frente al castillo se encuentran las ruinas de una alcazaba árabe, Salvatierra, capturada a los musulmanes durante el siglo XII por los caballeros de la Orden de Calatrava.

TABLAS DE DAIMIEL.-  En los humedales de las Tablas de Daimiel, al noreste de Ciudad Real, anida una gran cantidad de aves acuáticas y migratorias. A pesar de que el Parque Nacional se creó en 1973, su notoriedad ecológica proviene del descenso del nivel del agua que se ha venido produciendo durante los últimos años y que ha afectado a la antes numerosa población de aves. Uno de los extremos del parque está abierto al público, y es posible pasear por diversos caminos que llevan hasta las torres de observación. Las principales colonias de aves reúnen colimbos y ánsares silvestres; tradicionalmente habitan en el parque mamíferos como las nutrias y los zorros rojos.