CANTABRIA


Tierra de verdes y azules contrastes, sus 530.000 habitantes disfrutan de más de 30 kilómetros de playas, de sus ríos, bahías, montes, valles solitarios y modernas ciudades. Sus orgullosos ciudadanos aman por igual naturaleza y progreso. Por este motivo, siempre cabe internarse en el misterioso pulmón de la reserva natural de caza de Saja o también acercarse a su hermoso litoral con la finalidad de conocer de cerca sus tradicionales  cofradías de pescadores. Cantabria es una región milenaria, abierta al paso del tiempo, pero que ha sabido conservar con firmeza su legado histórico-cultural. Desde las cuevas de Altamira hasta las más modernas instalaciones de lujo. Cantabria ofrece al visitante el colorido, la  fantasía y la cordialidad de sus gentes, que a lo largo de los siglos han logrado salvar  del deterioro las costumbre de sus mayores, la vestimenta autóctona, así como la gastronomía, las artes y las manifestaciones religiosas y sociales que conforman la personal silueta de esta tierra rica y diversa.

Cantabria con sus 5.289 kilómetros cuadrados de extensión, limita al este con Vizcaya; al sur con Burgos y Palencia; al suroeste con León y al oeste con Asturias. Existe un elemento menos conocido de esta zona septentrional de la península, pero que forma parte igualmente de la historia reciente de Cantabria, para mayor orgullo de sus gentes, y es el hecho de ser la cuna de algunas de las más ilustres figuras que han dado las letras españolas. Entre ellas cabe destacar a Lope de Vega, Francisco de Quevedo y Villegas y Pedro Calderón de la Barca. Los escritores del Siglo de Oro han dejado sus indelebles huellas en estas tierras. Cantabria cuenta además con otros personajes más recientes del mundo de las letras como Concha Espina, Menéndez Pelayo, Gerardo Diego y José Maria de Pereda. Durante el siglo IV, Cantabria se vio sacudida por una profunda crisis económica y social. Esta situación se vio agravada debido a las invasiones germánicas que azotaron el norte de la península. Por este motivo se organizo un verdadero despliegue militar en la zona. De acuerdo con un documento de la época, la corte celtibera de Brigantia (Coruña) fue trasladada a Julióbriga. Tras la desintegración del poder de Roma, los visigodos ocuparon el territorio peninsular, a excepción de la zona septentrional ocupada por los Suevos (Galicia y Asturias) y los pueblos cantabros y vascones. Poco se conoce de esta época. Tan solo ha llegado hasta nuestros días el testimonio de Idacio, que en su obra "Cronicón" narra el ataque protagonizado en el año 456 por unos cuatrocientos hérulos, que azotaron todo el litoral cantábrico Cantabria alcanzo su independencia en el año 409, aunque esta experiencia se vio eclipsada por la conquista de Amaya, en el año 574, por parte de las tropas del rey visigodo Leovigildo. Tras conquistar Cantabria, los visigodos dotaron a la región con un nuevo sistema administrativo, que estaba marcado por la creación del Ducado de Cantabria.

Posteriormente, durante la invasión musulmana, un gran numero de hispano romanos y visigodos se refugiaron en las montañas, huyendo del acoso de los árabes. Siglos más tarde, los descendientes de estos ciudadanos, que se ocultaron en lo más intrincado del bosque, contribuyeron a la repoblación de la zona del valle del Ebro, así como del litoral cantábrico.

EDAD MODERNA

Los Reyes Católicos encarnan el símbolo de la unidad nacional. Durante su reinado se consolido la Santa Hermandad y se reorganizo el tribunal de la Inquisición, que termino por expulsar a los ciudadanos judíos del territorio nacional en 1492, el mismo año del descubrimiento de América. Fue una época de gran expansión cultural, comercial y económica. También en Cantabria fueron momentos de cambios significativos. Un detonante esencial en la transformación de las actividades económicas de Cantabria fue la creación en 1494 del Consulado de Burgos. Este organismo ejerció un preciso control sobre las exportaciones de los puertos de Cantabria. Durante el siglo XVI el estudioso Jerónimo de Zurita afirmó que "los cantabros, pueblo y nación de la España interior, se comprendían en las montañas de Asturias de Santillana y Trasmiera". Posteriormente, Juan de Castañeda reafirmo la tesis que establecía el emplazamiento de los cantabros en las montañas de la región, tal como se piensa en la actualidad. Desde el tiempo de los Reyes Católicos, el territorio cantabro estaba básicamente en la entidad administrativa territorial del reino llamada Corregimiento de las Cuatro Villas de la Costa de la Mar, formando la Hermandad de las Cuatro Villas, que comenzó a reunirse en la localidad de Barcena de Cicero y prosiguió celebrando las reuniones de las Juntas en las distintas poblaciones que la integraron, entre ellas la ya populosa villa de Santander.

SIGLO  XVIII

El siglo XVIII fue para Cantabria un periodo de autentico desarrollo social, político, económico y cultural. Uno de los cambios fundamentales que favoreció el crecimiento comercial de la zona ocurrió en 1730, cuando José Patiño, ministro en plena Ilustración, decidió poner en marcha un proyecto que desviaría el comercio de lanas hacia el puerto de Santander. Se debían pagar los derechos aduaneros en Burgos. Posteriormente, en 1748, mediante Real Orden de 29 de noviembre de 1748, se construye el llamado camino de las lanas Burgos-Santander, que seria sufragado por la Real Hacienda. Las obras comenzaron con el trayecto Reinosa-Santander, que quedo abierto el 15 de noviembre de 1753. Desde el siglo XVI, los cantabros, con el apoyo de la Corona, habían pretendido separarse de la diócesis burgalesa a la que pertenecían. Hubo dos ocasiones en las que este deseo casi se lleva a la practica, concretamente durante los reinados de Felipe II y Felipe IV. Finalmente, el 12 de diciembre de 1754, Benedicto XIV firmó la bula Romanus Pontificex, mediante la cual se creaba la diócesis de Santander. Su abad, don Francisco de Arraiza, fue nombrado primer obispo. A partir de este momento, la colegiata se transformo en catedral. De este modo concluyo un largo proceso que comenzaba dos siglos antes, cuando Felipe II respaldaba el proyecto, preocupado por el inminente avance del protestantismo que de acuerdo con el monarca podía penetrar en el territorio peninsular a través de los puertos de Cantabria.

A finales del siglo XVIII, toda la región vive momentos de gran vitalidad comercial, que apuntaban hacia un inmediato desarrollo mercantil. Prueba de estas transformaciones hacia el filo del siglo XIX, fue la creación en 1801 de la provincia marítima de Santander. La creación del Consulado del Mar y Tierra "de la muy noble y muy leal ciudad de Santander" es consecuencia de un hecho anterior. En 1765, mediante un real decreto, quedaron abiertas a las actividades de libre comercio nueve puertos españoles, entre los que se encontraba el de Santander. De modo que hacia finales del siglo XVIII el volumen de intercambios con el continente americano originados en el puerto de Santander fue creciendo con una sorprendente rapidez. En el año 1792 se contabilizó una cifra de intercambio de mercancías de aproximadamente unos ochenta millones de reales, siendo los puertos de La Habana, Montevideo, Buenos Aires, Veracruz y Cartagena los más activos del otro lado del Atlántico.

SIGLO  XIX

El puerto de Santander hacia el año 1800, era uno de los más destacados de toda España, llegando a convertirse en el principal puerto de exportación de los productos castellanos tanto hacia el resto de Europa, como los que tenían por destino las colonias de ultramar. Hay que destacar sobre todo los embarques de harina castellana hacia las islas antillanas, trayecto del que en la practica, tenia casi el monopolio. Debido a la gran movilidad del trafico portuario y a la creciente actividad comercial que se fue desarrollando durante el siglo XIX en la zona se llego a conocer a Santander como el Liverpool del Cantábrico. En 1842 tuvo lugar el primer gran dragado en el puerto santanderino. Este proyecto preveía la adquisición de una draga, así como remolcador y nueve gánguiles. Este plan se fue realizando poco a poco a lo largo de los dieciséis años que llegaron a continuación. Tras la muerte de Fernando VII comienza la regencia de Maria Cristina con el regreso del liberalismo y surgimiento de la primera Guerra Carlista. Por Real Decreto del 30 de noviembre de 1833 se configuran una vez más las provincias con sus órganos de gobierno. El 1 de octubre de ese mismo año se había publicado el primer Boletín Oficial de la provincia de Santander. Durante las Guerras Carlistas y las guerras de emancipación de las colonias americanas, el puerto de Santander es utilizado como punto estratégico para el abastecimiento de las tropas. De este lugar salieron miles de embarcaciones que tenían como destino a las colonias de ultramar, hacia finales del siglo XIX. El puerto de Santander desempeño un papel clave durante la llamada Guerra Hispano-norteamericana. A los puertos cantabros regresaron numerosos heridos de guerra y enfermos, que fueron tratados en la región. Tras la crisis de 1898, la economía cantabra entra en un periodo muy difícil, ya que con la perdida de las colonias de América también se pierde gran parte del trafico marítimo comercial, que fue el principal sustento de la región a lo largo del siglo XIX.

SIGLO  XX

A principios del siglo XX el tráfico portuario cantabro comienza a dirigirse principalmente a los puertos industriales del norte de Europa. En los primeros años de este siglo se supera el millón de toneladas transportadas, aunque esta cifra disminuirá sensiblemente durante los años 20, debido a la crisis surgida en el tráfico naviero internacional. En 1922 se inician las obras dirigidas a modernizar el puerto de Santander y proporcionarle una infraestructura capaz de hacer frente a los retos del futro. Durante la dictadura de Primo de Rivera, concretamente en el año 1924, mediante Real Decreto de 12 de enero se disolvieron las diputaciones provinciales de toda España. Poco después tomaron posesión de la Presidencia y Vicepresidencia de la Diputación, José Antonio Quijano. Al año siguiente, de acuerdo con el nuevo estatuto provincial, se constituyo una nueva diputación, aprobada por Real Decreto del 20 de marzo. Desde finales de la Guerra Civil se estableció en Cantabria la Diputación Provincial que estuvo dirigida por una comisión gestora, cuyos miembros y presidente son elegidos por el gobernador civil. En 1942 ocupó la presidencia Francisco de Nardiz Pombo. Posteriormente, en 1947 asumió el cargo José Pérez Bustamante. Este presidente llevo la presidencia de la Comisión Gestora hasta el año 1962.