ISLA DE IBIZA


Esta pequeña isla balear, la más próxima a las costas peninsulares, vivó ajena al turismo hasta los años sesenta, cuando empezó a aparecer en los folletos turísticos europeos, junto a Benidorm y Torremolinos. Sigue habiendo una magia peculiar e indefinible en Ibiza, que mantiene en buena medida su identidad. El paisaje, sobre todo en el norte, es un mosaico de almendros, olivos e higueras, con arboladas colinas iluminadas por el sol brillante. La ciudad de Ibiza conserva el aire de pequeña capital rural. A la vez paraíso turístico, refugio hippy y elegante club nocturno, Ibiza es uno de los destinos soñados del Mediterráneo.

SANT ANTONI.-  Sant Antoni, segunda ciudad de Ibiza, fue llamada por los romanos Portus Magnus por la amplitud de su puerto natural. El antiguo pueblecito de pescadores, emplazado en una inmaculada bahía guardada por la isla de Sa Conillera (La Conejera), se ha convertido hoy en un floreciente centro turístico. El gran desarrollo urbanistico de la población hace que la iglesia parroquial de Sant Antoni, del siglo XIV, este practicamente ahogada en medio de un bosque de modernos y altisimos hoteles. Al norte de Sant Antoni, en la carretera de Cala Salada, se encuentra la capilla de Santa Agnés, curioso templo paleocristiano. Cuando se descubrió esta capilla, en 1907, contenia armas arabes y fragmentos de ceramica.

SANT JOSEP.-  Centro administrativo del suroeste de Ibiza, Sant Josep se halla a la sombra de la montaña más alta de Ibiza, SA Talaissa, que con sus 475 metros ofrece vistas panorámicas de toda la isla, incluido el islote de Es Vedrà, que emerge del mar como una tosca pirámide. Para ver mejor esta enorme roca hay que tomar la carretera de la costa hasta Cala d' Hort, donde hay buenos restaurantes y se puede disfrutar de una tranquila playa.

IBIZA.-  El casco antiguo de Ibiza, también llamado Dalt Vila, es una ciudadela en miniatura que custodia la bocana de la bahía, casi circular. El magnifico Portal de ses Taules, en la muralla norte de la fortificación, del siglo XVI, ostenta un bello escudo labrado del reino de Aragón, al que pertenecieron las islas Baleares en la Edad Media. Extramuros queda la Església de Santo Domingo, del siglo XVI, con sus tres cúpulas de azulejos rojos. El barroco interior, con bóveda de cañón y frescos en las paredes, ha recuperado su antiguo esplendor. En el Museu d'Art Contemporani, dentro del Portal de ses Taules, se exponen obras de Tapies y Millares, entre otros muchos artistas españoles y extranjeros vinculados a Ibiza. Presidiendo Dalt Vila y visible a kilómetros se halla la catedral, edificio gótico catalán del siglo XIII, reedificado parcialmente en el siglo XVII; el museo de la sacristía alberga entre sus fondos diversas obras de arte. El suelo ibicenco era considerado sagrado por los cartagineses, para quienes era un honor ser enterrados en la necrópolis del Puig des Molins, que contiene más de 4000 tumbas y un museo de arqueología. El pueblo de Jesús, a tres kilómetros al norte, merece una visita por su bella iglesia del siglo XVI. Originariamente parte de un monasterio franciscano, encierra la que es quizá la máxima obra de arte de las Baleares: un retablo gótico renacentista del siglo XVI del pintor de la escuela valenciana Rodrigo de Osona el Joven.

ELS AMUNTS.-  Es el nombre vernáculo de las tierras altas del norte de Ibiza, que abarcan desde Sant Antoni, en la costa oeste, hasta Sant Vicent, en el noreste. Aunque no alcanza el nivel de una cordillera, la inaccesibilidad de la zona la ha mantenido relativamente intacta. Lo más interesante es la contemplación del paisaje: colinas con manto de pinos que abrigan fértiles valles donde crecen olivos, almendros, higueras y algún que otro viñedo. Los enclaves turísticos son escasos, quitando los pequeños centros playeros de Port de Sant Miquel, Portinatx y Sant Vicenç. Los pueblos del interior, como Sant Joan y Santa Agnès, brindan un viaje al apacible pasado rural de los tradicionales habitantes de Ibiza. Lo más señalado de la arquitectura del norte de Ibiza son sus bellas iglesias blanqueadas como la de Sant Miquel, que en verano sirve de marco a recitales de baile tradicional. A las afueras de San Llorenç se encuentra la fortificada villa de Balàfia, con casas de techo plano, callejas enjalbegadas y una atalaya que sirvió de fortaleza durante las numerosas incursiones turcas.

SANTA EULÀRIA.-  A pesar de su orientación, el pueblo de Santa Eulària des Riu, situado a orillas del único río de la isla blanca, ha logrado preservar su identidad mucho mejor que otros centros de veraneo próximos. La iglesia-fortaleza del siglo XVI, con su precioso patio cubierto, y el casco antiguo que la rodea están situados en lo alto de una loma, el Puig de Missa, un emplazamiento más adecuado que la costa para organizar en el pasado la defensa frente a los atacantes. Anejo a la iglesia se halla el Museu Etnològic, alojado en una vieja alquería ibicenca sabiamente restaurada. Entre los objetos expuestos figuran trajes típicos, aperos de labranza, juguetes y una almazara. Una fascinante colección de fotografías antiguas revela los drásticos e irreversibles cambios que se han operado en Ibiza en los últimos 50 años.