SIERRA DE GUARA  1


Miles de años han tenido que pasar para que los cañones y barrancos de la sierra de Guara presenten el aspecto que hoy en día ofrecen. La propia erosión del agua sobre los materiales calizos y el hundimiento de las cavernas y bóvedas que antaño horadaban el subsuelo de Guara han configurado un paisaje espectacular, único en Europa desde el punto de vista espeleológico y karstico, lleno de estrechos desfiladeros, barrancos, toboganes y mallos. Los ríos Vero, Isuala, Alcanadre, Mascún, Formiga, Calcón, Guatizalema, Flumen e Isuela han sido los responsables de la belleza que encierra este espacio aragonés, parque natural desde diciembre de 1990, situado entre las comarcas del Sobrarbe y Somontano. Boltaña, Aínsa y Huesca, son los puntos de inicio de la ruta, cualquiera de ellos se encuentra relativamente cerca de nuestro propósito, recorrer la sierra de Guara. Si elegimos el sector norte de la sierra, el punto de partida se dirige a las dos primeras poblaciones, en cambio, si preferimos hacerlo por el suroeste, la salida deberá ser la capital de la provincia. Ambas opciones son válidas y todo dependerá de lo lejos que nos quede el final del viaje de nuestro lugar de residencia.

Tanto Boltaña como Aínsa se encuentran en la comarca de Sobrarbe, zona a la que también pertenece el parque nacional de Ordesa y Monte Perdido. Boltaña cuenta con una interesante iglesia, antigua colegiata, con  elementos románicos del siglo XII y fábrica del XVI y un gran sabor en sus calles a pueblo serrano. Se nota sobre todo en su arquitectura, popular como la de la mayoría de las localidades del Serrablo. En Aínsa se puede contemplar mejor esta característica urbana, el conjunto medieval de la capital de la comarca es de los más bellos de por aquí y todos los elementos antiguos que componen la plaza Mayor consiguen dar al espacio público una belleza especial. Aínsa esta declarado conjunto histórico-artístico y eso ya lo dice todo. Castillo, plaza, iglesia de Santa María y un paseo por las calles de Santa Cruz y Gonzalo I son consejos de amigo. Desde la capital de la comarca se pueden realizar pequeñas excursiones de 3-4 horas, ida y vuelta, a rincones de gran interés artístico y paisajístico, como son las ruinas del monasterio de San Victorian, en las faldas de la Peña Montañesa, por la carretera A-138 que va a Bielsa ( desvío en Laspuña); los embalses de Mediano y de Grado, con el santuario de Torreciudad muy cerca, de precioso emplazamiento y uno de los centros marianos más importantes de Aragón, o repasar, si va con tiempo, el encantador valle de Plan, cuyas gentes organizaron hace años una "caravana de mujeres" para repoblar la zona.

El siguiente paso que hay que dar para continuar la ruta es tomar la carretera local a Guaso y después continuar por Latorrecilla, hasta el desvío a Santa María de Buil, capital del Sobrarbe en el siglo X hasta que la actual fue liberada. Se encuentra encaramada en un cerro y cuenta con dos interesantes templos, especialmente el de San Martín. El lugar ya merece una visita obligada. Tras dejar atrás este bello pueblo, se entra de lleno  en los cañones de Guara. En Arcusa parte una pista a la aldea de Castellazo que permite conocer de cerca el sector alto del río Vero. Otra posibilidad, más cómoda, es continuar la carretera hasta Almazorre, no viene en todos los mapas de carreteras, junto al alto de Eripol y una vez pasada la aldea tomar a la derecha una pista que conecta con el pueblo de Betorz, al que también se puede acceder por carretera a la altura de Lecina, 10 kilómetros, aguas abajo. Anote que Almazorre proviene del árabe Al Mansour, "el victorioso", y cuenta con una iglesia románica que fue "exconjuradero" y un castillo en ruinas, llamado de Azaba y que Lecina hace tiempo tuvo fama de elaborar rica miel. A partir de este último pueblo comienzan a observarse uno de los parajes más espectaculares de Guara, los barrancos y acantilados formados por los ríos Vero y Fornacal. La carretera cruza sucesivamente por los barrancos de Argantín, la Portiacha, Malpaso, desde donde parte una senda que recorre el bello barranco de Lumos y finaliza en la medieval población de Alquezár, a la que iremos después, Sarratanas y las Palomeras del Fornocal, todos ellos debidamente indicados en la estrecha y tortuosa carretera de la que deben huir los "amigos" del mareo.

Si el frío aprieta, cosa muy normal por estas tierras, recuerde que en Colungo, la siguiente población elaboran un aguardiente de anís que le entona a uno. A lo largo de la carretera se observan varias indicaciones a las cuevas de Arpán, fuente del Trucho, Barfuluy y Mallata, todas ellas visitables, hasta 54 cuevas con pinturas se conocen en Guara, si se acierta a dar con el guía. Al llegar al cruce de Barbastro-Alquezár-Adahuesca, junto al camping, se cruza el río Fornocal y se toma la dirección a Alquezár. El recorrido es corto pero lleno de panorámicas excelentes.

Alquezár es sin lugar a dudas el conjunto urbano más bello del recorrido, una autentica joya medieval que ha sabido conservar su patrimonio artístico con bastante acierto. Un paseo por el pueblo es lo mejor que se puede hacer, además de subir a la colegiata de Santa María la Mayor, el mejor balcón del pueblo, y bajar al mirador D'Vicón, al final de la villa. Otras excursiones que ofrece el lugar son la fuente de Monchirigüel y el puente de Villacantal. Intente dejar el coche en el estacionamiento que hay junto al frontón y deje el centro urbano para el reposado paseo. Lo siguiente que nos espera en la carretera son las aldeas de Radiquero, el mejor centro productor de vinos de la zona, y Adahuesca, con una preciosa iglesia románica dedicada a la Virgen de Treviño, que se encuentra a las afueras y se accede a ella por una pista. De Adahuesca, por caminos sembrados de olivos, almendros y viñas, se alcanza la localidad de Bierge a través de Alberuela de la Liena. En Bierge funciona un quiosco de turismo en verano, aunque los pórticos de información instalados por el Gobierno de Aragón son muy completos. Aquí puede subir hasta el cerro del pueblo, dominado por la mole de la iglesia del siglo XVI, gótico aragonés, cerrada por ruina. De diciembre a marzo se ponen en marcha dos modernos molinos de aceite para sacarle el jugo a las olivas que produce esta tierra.