SEVILLA A FONDO  2


HOSPITAL DE LA CARIDAD.- El Hospital de la Caridad, institución creada en el siglo XV, alcanzó renombre a partir de 1674 y todavía hoy se usa como residencia de la tercera edad. El conjunto es obra de Pedro Sánchez Falconete, y en los jardines se levanta la estatua de su benefactor, Miguel de Mañara, cuya vida disoluta anterior a su ingreso en una hermandad dicen que inspiro el personaje y la leyenda de Don Juan. La fachada de la iglesia del hospital, con paredes encaladas, cantería rojiza y azulejos, es una muestra señera del barroco sevillano. Dentro hay un doble patio cuadrado decorado con plantas, mosaicos holandeses del siglo XVIII y fuentes con estatuas italianas que representan a la Caridad y la Merced. Desde el extremo norte, un corredor lleva a otro patio con un arco del siglo XIII, resto de las antiguas atarazanas y un busto de Mañara entre cuidados rosales. En el interior de la iglesia hay varios lienzos de los mejores artistas del siglo XVII, aunque parte de las obras más notables fueron saqueadas por el mariscal Soult durante la ocupación napoleónica en 1810. Sobre la misma entrada, cuelga el terrorífico Finis Gloriae Mundi, de Valdés Leal, y enfrente  su no menos siniestro In Ictu Oculi. De las restantes obras expuestas, muchas son de Murillo, como San Juan de Dios llevando a un enfermo, varios retratos del Niño Jesús, San Juan Bautista niño y Santa Isabel de Hungría curando leprosos.

TORRE DEL ORO.- En la Sevilla musulmana la torre del Oro formaba parte del recinto amurallado y estaba unida a los Reales Alcázares. Fue construida como atalaya en 1220, con una torre gemela en la orilla opuesta; una recia cadena de metal tendida entre ambas impedía que naves hostiles remontaran el río. La torreta de remate se incorporó en 1760. El oro a que alude su nombre puede que fuera el de los dorados azulejos que un día vistieron sus muros, o el de los tesoros del Nuevo Mundo que aquí se descargaban. La torre ha sido polvorín, capilla, prisión y oficina portuaria. Hoy alberga el museo Marítimo, con mapas y antigüedades navales.

CALLE DE LAS SIERPES.- La principal calle comercial y peatonal de Sevilla comunica con la plaza de San Francisco. Las antañonas sombrererías y comercios de abanicos y mantillas conviven puerta con puerta con confiterías, tiendas de ropa y de recuerdos turísticos. Las paralelas calles de Cuna y Tetuán ofrecen también atractivos escaparates. A mitad del recorrido, a mano izquierda, la calle Jovellanos desemboca en la capilla de San José, del siglo XVII. Más adelante, en el cruce con Pedro Caravaca, queda el Real Circulo de Labradores, un club cultural y deportivo fundado en 1856. Enfrente, con entrada por la calle Cuna, se halla la Casa de la Condesa de Lebrija, una mansión del siglo XV. Entre los incontables tesoros romanos expuestos en la planta baja hay un mosaico procedente de las ruinas de Italica. Al final de la calle se encuentra la Campana, la confitería más reputada de Sevilla. En el extremo sur de la calle de las Sierpes hay una placa que señala el lugar en el que estuvieron encarcelados Miguel de Cervantes y Mateo Alemán.

CASA DE PILATOS.- Cautivado por el esplendor arquitectónico del Renacimiento italiano, el primer marques de Tarifa emprendió la construcción de la Casa de Pilatos, así llamada porque recreaba la casa de Pilatos en Jerusalén, aunque también se atribuye el nombre al inicio en este lugar del antiguo IVA Crucis. Hoy es residencia de los duques de Medinaceli y uno de los palacios más sinuosos de Sevilla. Los visitantes entran por una portada de mármol encargada en 1529 a artesanos genoveses. Al otro lado del apeadero está el patio principal, de estilo mudéjar y decorado con azulejos y compleja yesería, en el que se exhiben 24 bustos de emperadores romanos y personajes de la antigüedad clásica. En las esquinas se alzan tres estatuas romanas, Minerva, una musa danzante y Ceres, y una escultura griega de la diosa Atenea, que sigue un modelo de Fidias, original del siglo V antes de Cristo. En el centro hay una fuente traída de Génova. A la derecha, pasando el salón del Pretorio, con techos artesonados y marquetería, está el corredor de Zaquizami. Las antigüedades de las salas adyacentes incluyen un bajorrelieve de Leda y el Cisne y dos relieves romanos que conmemoran la batalla de Actio. De regreso al patio principal, se dobla a la derecha para entrar en el salón de Descanso de los Jueces; detrás se ve una capilla gótica con bóveda nervada y enlucidos mudéjares en techos y paredes.