CASTAÑO DEL ROBLEDO (HUELVA)


Muchos vecinos se preguntan de qué viven algunos residentes extranjeros que se han afincado en el pueblo: "Ese es el plan, oiga, y uno ha comprado hasta dos casas". Y es que Castaño del Robledo, población auténticamente medieval, ha sido descubierta, como tantas otras de la sierra, antes por los extranjeros, sobre todo ingleses, que por los españoles.

Está rodeada de los bosques de robles y castaños que han dado nombre a la localidad. Cuenta con un enorme templo neoclásico, conocido como la iglesia Nueva, que sorprende en un lugar como éste, y con otro más pequeño, pero más antiguo (siglo XVI), dedicado al patrón, el apóstol Santiago. Conserva también casas señoriales de los siglos XVI al XVIII, como una que presenta una ventana geminada, la antigua casa de Rafael, que ahora pertenece a un inglés; el vecino de enfrente, cuando se le pregunta de qué siglo es, contesta: "No sé, siempre ha estado ahí". Otras casas interesantes son la de la calle Muñiz Pablo ( un arzobispo nacido aquí), que compró un veraneante vasco, o la que hay frente a la iglesia de Santiago, con un vistoso corredor serrano, que todavía permanece en manos de alguien del pueblo. Curiosos son también los humilladeros del Señor y de Nuestra Señora del Rosario y las fuentes. Entre éstas destaca la del Chorro, a la que dicen va a haber que cambiarle el nombre, pues cada vez trae menos agua; la de la calle Fuente, o la del Barrio, con un escudo de piedra un poco estropeado. Al lado se encuentra el pico del Castaño (962 metros) el más alto de la sierra, rodeado de robledales y castañares.

Por esta parte se escucha un habla especial, llena de arcaísmos y con algunas expresiones astur-leonesas, herencia de cuando se repobló esta sierra con gentes de aquellas regiones. Así, las lindes de las fincas son sesmos, las acequias de riego, lievas y las entradas de las fincas, porteras. Aunque el patrón es Santiago y la fiesta más importante la de San Pedro, la virgen de los Dolores recibe la devoción principal, debido a que fue ella, y no los dos apóstoles, quien salvó hace siglos al pueblo de una epidemia de cólera.