CASARES (MÁLAGA)


Cuenta el taxista que vienen muchos japoneses a ver el pueblo, porque en su país hay un libro donde aparece una fotografía muy buena. El trozo de carretera que conduce de la N-340 a Casares está lleno de curvas, en las que, dicen, se aparece, a quienes van demasiado rápidos, una mujer que murió en accidente; se presenta en medio de la carretera y obliga a reducir la velocidad, pero se desvanece cuando se acerca el coche. Producto de unas copas de más, efecto óptico o una mala pasada de la neblina entre los árboles. Estos terrenos, utilizados como coto privado de caza, son conocidos como el Monte del Duque, y en ellos abundan los quejigos, chaparros y encinas.

Al tomar una de las curvas surge el blanco caserío sobre la ladera, coronado por los restos del castillo y, en su interior, la ermita de la Vera Cruz y la iglesia de la Encarnación. Conviene subir hasta aquí, al lado el antiguo cementerio, desde donde se disfruta de una espléndida panorámica de la sierra, con el pueblo de Gaucín al fondo.

Cerca quedan los baños de la Hedionda, de aguas sulfurosas, que ya eran utilizados por los romanos para tratar enfermedades de la piel. Según la tradición, en ellos estuvo, para quitarse la sarna, el mismo Julio Cesar.

Después de los romanos vinieron los árabes, que también supieron aprovechar su estratégica situación. Ellos la llamaron Caxara, de donde procede Casares, aunque algunos prefieren hacer derivar el topónimo de Caesar en recuerdo del emperador. El lugar fue elegido por Don Juan de Austria, en la segunda mitad del siglo XVI, para dirigir la guerra contra los moriscos. También, desde esta serranía se tuvo en jaque al ejercito francés a principios del siglo XIX. Por último, y ya en el siglo XX, llegó el turismo, sobre todo ingleses y estadounidenses. Actualmente hay más de 300 extranjeros empadronados y por las calles es raro el día en que no se ven japoneses que vienen desde la Costa del Sol para sacar la foto.

El pueblo se ha arreglado, pero sin hacerle perder su encanto. En la plaza se levanta un monumento a Blas Infante, padre de la patria andaluza, aquí nació. En los alrededores tenemos Estepona a 24 kilómetros, con el acueducto romano de Salduba, castillo árabe y paseo Marítimo. Hacia Algeciras, castillo de Sabinillas (a 7 kilómetros), con las playas del Negro y Arenas.