RUTA DEL CALIFATO


Este itinerario se asienta entre Córdoba y Granada, los dos grandes focos culturales que hicieron palidecer al resto del mundo occidental de aquélla época.

La Ruta del Califato comunica dos de las capitales más importantes de la historia hispanomusulmana, Córdoba y Granada, entrando además en la provincia de Jaén. Entre ambos polos se bascula el inmenso legado cultural, político y social que supuso la existencia de al-Andalus, una civilización de rasgos únicos e irrepetibles. En medio se extiende un territorio de leyendas, de atalayas y castillos, de gentes, de costumbres y de pueblos que recibieron la influencia y se beneficiaron del apogeo del califato cordobés, cuya capital fue la ciudad más espléndida y el foco de cultura más brillante de todo Occidente.

Junto a la mezquita de Córdoba, máximo exponente de los monumentos religiosos andalusíes y espacio civil esencial en la vida cotidiana de las ciudades hispanomusulmanas, proliferaron recintos del poder, como alcazabas y alcázares. Eran autenticas ciudadelas fortificadas que, además de elementos militares, contenían las residencias palaciegas de los gobernantes. En el otro extremo del itinerario, la Alhambra constituye una muestra excepcional de estas ciudades palatinas.

La Ruta del Califato está marcada por dos elevaciones, Sierra Morena, en Córdoba, y Sierra Nevada, en Granada. A través del recorrido se unen dos grandes depresiones geográficas, la del Guadalquivir y la Vega granadina. En medio quedan comprendidos varios enclaves paisajísticos de extraordinario valor, como el Parque Natural de las Sierras Subbéticas Cordobesas, el principal afloramiento rocoso de la comarca. Más adelante, la Sierra de Moclín y Sierra Elvira, y el Parque Natural de la Sierra de Huétor, se levantan como avanzadillas de las estribaciones septentrionales de Sierra Nevada. Así, además de cuantiosos incentivos monumentales, la ruta ofrece condiciones ideales para disfrutar al aire libre y poder realizar sugerentes excursiones a pie, a caballo y en bicicleta.

Por lo que se refiere a la gastronomía, el aceite de oliva ocupa un papel vital, amparado bajo Denominaciones de Origen, como Buena y Priego. Así mismo, destacan los vinos de la comarca de Montilla-Moriles donde se elaboran caldos de muy alta calidad, ideales para acompañar la chacina ibérica, los dulces y los postres. Vinos y platos tradicionales se pueden degustar en los numerosos restaurantes, mesones, bares y ventas distribuidos a lo largo de la ruta.

Hay que destacar que la provincia cordobesa es una de las que mayor número de artesanos mantiene, entre los que destacan los que se dedican al cuero, ebanistería, cerámicas y, sobre todo, a las joyas, uno de los oficios más pujantes en Córdoba. Finalmente las fiestas tradicionales configuran un atractivo calendario que anima la Ruta del Califato a lo largo de todo el año. El itinerario discurre a lo largo de unos 180 kilómetros. En Córdoba se divide en dos ramales: el eje principal, al norte, que se ajusta al trazado de la carretera N-432, siguiendo la vía histórica más transitada desde el Guadalquivir a tierras granadinas; y el eje meridional, que serpentea carreteras como la N-331, internándose por diversas villas, como Lucena y Priego. Ambos itinerarios confluyen en Alcalá la Real para acercarse a través de Moclín, a las poblaciones de la Vega, como Pinos Puente, ya cerca de la antigua capital nazarí.

Córdoba, a orillas del Guadalquivir y actual Patrimonio de la Humanidad, fue en el pasado cuna de la sabiduría y del conocimiento. Capital del Califato de los Omeyas, escenario de un periodo de convivencia entre tres culturas diferentes, musulmanes, judíos y mozárabes. Córdoba se convertiría en la meca de la civilización, el puente entre Occidente y Oriente, con el advenimiento de Abd al-Rahman III. La historia ha dejado huella de su existencia en soberbios monumentos. La mezquita, una de las más relevantes obras de arte de todos los tiempos, resume la gloria alcanzada por la ciudad. En las estribaciones de la sierra aguardan las extraordinarias ruinas de Medinat al-Zahra. En el limite meridional de la campiña se sitúa Fernán Núñez, emplazamiento medieval que, en el siglo XVII, alcanzó cierto relieve gracias al espíritu ilustrado de los señores de la villa. Destaca su Palacio Ducal, que conserva vestigios de la primitiva fortaleza medieval que dio origen a la población. El itinerario prosigue por Montemayor, un "pueblo-fortaleza" que domina la campiña baja, y por Montilla, que entre sus templos cuenta con la iglesia de San Francisco Solano, Monumento Histórico de Interés Nacional, así como el convento de Santa Clara, donde se alberga una valiosa colección de obras de arte. De su arquitectura civil sobresale el Palacio de los duques de Medinaceli, así como numerosas casas señoriales. Además es célebre por ser la capital de la comarca de vinos que llevan su nombre como Denominación de Origen. En pleno camino de Córdoba a Málaga se encuentra Aguilar de la Frontera, una importante plaza fortificada hasta el final de la Edad Media. Lucena, alcanzó prosperidad económica y esplendor cultural bajo el poder de los almorávide. La parroquia de San Mateo, Monumento Nacional, es posiblemente una antigua mezquita. Su castillo musulmán es famoso por haber servido de prisión a Boabdil. Cabra es una de las zonas cordobesas más ricas en hallazgos arqueológicos. El Castillo de los condes de Cabra fue fortaleza romana y después musulmana. La iglesia parroquial, con 44 columnas de mármol rojo, está construida sobre la antigua mezquita. Conviene visitar el Museo local, uno de los más encantadores de los que salpican la ruta, junto al de Priego y Alcalá la Real.

Poco después se llega a Priego de Córdoba, localidad que a lo largo de su historia ha jugado un papel estratégico. De su pasado andalusí quedan, entre otros, el castillo, reformado por los cristianos, el Barrio de la Villa y numerosas atalayas en los alrededores. Como elemento característico se encuentra la Fuente del Rey, declarada Monumento Nacional. Los alrededores de Priego brindan la oportunidad de agradables paseos y excursiones. También por su enclave ha destacado siempre Espejo, localidad rica en restos ibéricos y romanos que los califas cordobeses dotaron de poderosas murallas. Tras pasar por Castro del Río, cuyo origen está ligado a su fortaleza, como muchos pueblos de frontera, se llega a Baena, cuyo devenir a lo largo de los tiempos constituye todo un compendio de historia andaluza. Con la entrada de los musulmanes fue activo centro militar, administrativo y agrícola. Su castillo fue comenzado en el siglo IX y ampliado durante el califato y la conquista cristiana. Después sirvió de residencia palaciega a los señores de Baena, que impulsaron en el siglo XVI una labor de mecenazgo que se manifiesta en sus monumentos más importantes. La iglesia de Santa María la Mayor, la iglesia del convento de las Dominicas y la plaza del Coso, son una parte de la riqueza que acoge esta villa vinculada a la producción de un excelente aceite de oliva virgen con Denominación de Origen. Después de visitar Zuheros, uno de los pueblos más pintorescos de Córdoba, de fundación musulmana, se llega a Luque, enclavado en pleno Parque Natural de las Sierras Subbéticas, donde sobresale el castillo.

Ya en la provincia de Jaén, se encuentra Alcaudete, rodeado de olivos, huertas y viñedos, en una zona que ofrece la posibilidad de hacer numerosas excursiones, lo mismo que en Castillo de Locubín. Una de las poblaciones con mayor esencia andalusí es Alcalá la Real, la llave del sistema defensivo de la frontera, conectada a los castillos de Alcaudete y Locubín y a una serie de torres atalayas, de las que se conserva la mayoría. Una llave que los árabes hicieron suya durante más de seiscientos años, configurando el orden de la ciudad en torno a su joya más preciada, la Fortaleza de la Mota.

A 25 kilómetros de Granada se ubica Colomera, una alquería en tiempos de al-Andalus. Moclín también ocupaba una posición de primer orden en el amplio sistema defensivo que recorre la Ruta del Califato, por lo que su castillo, de época nazarí, es uno de los recintos más importantes de la localidad En su interior está la iglesia del Cristo del Paño, fundada por los Reyes Católicos. El entorno ofrece paseos y excursiones muy interesantes, como las atalayas que estaban relacionadas con el castillo, situadas en sus alrededores. Entre ricas tierras de cultivos aparece Pinos Puente, abastecedor agrícola de Granada. Güevéjar, tierra de aceite, buen vino, pan y embutidos caseros, fue una alquería en tiempos de al-Andalus, al igual que Cogollos Vega. En este pueblo se pueden visitar unos baños árabes. En pleno Parque de la Sierra de Huétor, el entorno ofrece posibilidades para el senderismo, montañismo o el ala delta. Alíacar era el lugar escogido por los monarcas ziríes para el descanso, por su envidiable posición, en pleno cinturón montañoso, a 915 metros de altitud. Viznar, que nació a raíz de la creación de una acequia que llevaba el agua al Albaycín granadino, durante la dinastía zirí, es la última localidad antes de llegar a Granada, destino de todas las rutas de al-Andalus. El patrimonio granadino tiene en la Alhambra el símbolo por excelencia de la presencia musulmana en Andalucía.